El 19 de julio .....de 2023

Por: 

Nicolás Lynch

19 de julio. La fecha se ha convertido en un ícono para la izquierda peruana. Nos recuerda al 19 de julio de 1977, un exitoso para nacional que provocó una salida política a la crisis de la dictadura militar de Morales Bermúdez. Pocos días después los militares en el poder convocaron a elecciones para una Asamblea Constituyente que se llevarían a cabo al año siguiente. 

Pero, ¿Cuál es la lección fundamental de aquel 19 de julio? Habiendo sido un paro, básicamente de trabajadores, podríamos pensar que algún tipo de reivindicación salarial. Sin embargo, sus consecuencias fueron muchos más allá de lo sindical, fueron políticas y le dieron un giro trascendental a la coyuntura de entonces, permitiendo, con todos sus bemoles, una salida democrática que se plasmaría finalmente en la constitución de 1979.

Hoy que estamos en los días posteriores al 19 de julio de 2023, una jornada ciertamente exitosa, por su unidad, magnitud, expresión del resurgimiento de la Lima popular y esperanza de mayores y mejores movilizaciones. Toca por ello hacer un balance y un contraste con el 19 de julio original.

Lo que tuvo el 19 de julio de 1977 es lo que, paradójicamente, ha faltado en la jornada de movilizaciones del 19 de julio de 2023. Política. Y no porque el movimiento no haya levantado reivindicaciones políticas. De hecho, las consignas centrales acordadas por el Comando de Lucha: ¡Renuncia de Dina Boluarte! ¡cierre del congreso!, ¡asamblea constituyente! y ¡justicia para las víctimas de la represión!, son consignas políticas. Pero se nota una resistencia a otra bandera que fue central en el período anterior y que parece, por lo menos esta es la convicción de los que han opinado sobre la movilización, que pretendiera ser escondida, me refiero a ¡adelanto de elecciones!

¿Por qué es importante esta consigna de adelanto de elecciones? Porque permite la formación de un gran frente político contra este gobierno autoritario y es, al mismo tiempo, un puente hacia un horizonte mayor que es la lucha por una nueva constitución. Los que hoy plantean ¡que se vayan todos! y ¡nueva constitución! obviando el adelanto de elecciones, lo que están planteando es un salto al vacío que nos puede llevar a una grave derrota política.

Es cierto que la palabra elecciones, junto con la palabra partido, tiene una pésima reputación en el Perú. Ello se debe históricamente a que los resultados de la representación en una sociedad agudamente desigual como la peruana tienden a consagrar el privilegio. Pero en una situación de descomposición política y moral como la actual, esto es aún peor. Los resultados electorales han traído, en la mayor parte de los casos, a una colección de pillos que ocupan los cargos de elección popular y los partidos, de vehículos para canalizar la voluntad ciudadana se han convertido en franquicias de delincuentes que no cesan en el asalto de la cosa pública.

Sin embargo, la mala experiencia no nos debe llevar a negar las elecciones y los partidos, sino más bien a conseguir en la lucha las reformas indispensables para mejorar ambas y lograr objetivos mayores como la continuación del proceso constituyente. La negación nos puede llevar a posiciones agudamente reaccionarias y caudillistas de la política como es hoy el fujimorismo. No nos debemos olvidar que esta extrema derecha nace a principios de la década de 1990 con la bandera de la “antipolítica”, que no fue sino una forma de reprimir a todos aquellos que levantaban algún reclamo tachándolos de “políticos”.

El camino de acumulación de fuerzas que significa este 19 de julio de 2023 y las movilizaciones de los días siguientes, tendrán futuro si se retoma con fuerza y convicción un horizonte político de organización, dirección y trabajo unitario que vaya más allá de los confines conocidos y se atreva a desafiar al poder. Refugiarnos en algo menor será concederle una victoria al gobierno autoritario, que quiere, justamente, expulsarnos de la política.