Una Argentina pintada de verde, una lección de futuro

Por: 

Pablo Gentili

El Congreso argentino acaba de aprobar la media sanción de la ley del aborto seguro. Durante meses, la sociedad se movilizó a favor y en contra del proyecto. El movimiento feminista y un gran número de organizaciones populares, sindicales y sociales apoyaron la iniciativa, utilizando como símbolo un pañuelo verde que fue multiplicando su presencia en todo el país. Sectores conservadores de la sociedad argentina, identificados con el celeste de la bandera nacional, realizaron también movilizaciones, aunque no llegaron a agrupar un número tan significativo de adhesiones como la marea verde que, durante los últimos días, tiñó el país de esperanza.

La media sanción de la Ley del Aborto Legal, Seguro y Gratuito es un gran triunfo de las organizaciones feministas y de ese inmenso movimiento de mujeres que pintó de verde esperanza todos los rincones de la Argentina. Una nación que quiere desprenderse del lastre patriarcal, machista y conservador que la ha mantenido persistentemente unida al pasado.

Ganó la lucha por la vida de miles de mujeres que mueren año tras año por abortos clandestinos. Ganó el futuro, ganamos todas, ganamos todos.

Esta lucha nos deja también una gran lección. Cuando nos unimos alrededor de una causa común, cuando encontramos acuerdos básicos alrededor de principios y valores fundamentales, construimos la fuerza que necesitamos para derrotar a los poderosos, a quienes llevan a la Argentina, y a cada uno de los países de nuestra América Latina, al abismo de la injusticia y de la desigualdad.

Cuando nos unimos, nos multiplicamos. Somos mucho más que la suma de cada una de nosotras y de nosotros. Cuando nos unimos, tiemblan los profetas del atraso, las oligarquías medievales, los poderes dominantes, las élites coloniales y racistas, los que siempre nos han robado nuestros derechos y nuestra libertad. Tiemblan porque reconocen la proximidad de la derrota, el fin de sus privilegios y de su casi siempre impune brutalidad.

Por eso, este gran triunfo nos deja también una gran lección. En octubre del próximo año habrá elecciones nacionales en Argentina y, si somos capaces de unirnos, venceremos a quienes se empecinan por hacer de la nuestra una patria de pocos.

Este gran triunfo feminista vuelve a poner en evidencia lo que los progresistas, los movimientos populares y las fuerzas democráticas nunca deberíamos olvidar: cuando actuamos de manera fragmentada, divididos por el sectarismo, por la intolerancia y por la absoluta falta de responsabilidad histórica, somos incapaces de enfrentar los desafíos con que nos interpela el futuro.

El movimiento de mujeres nos muestra el camino: definir el horizonte de nuestra lucha, unirnos alrededor de una estrategia común, sumar más y más aliados a nuestra causa y avanzar. Avanzar hasta que nuestra marcha de la esperanza se multiplique en miles de corazones y almas, se amplifique en miles de gargantas dispuestas a gritar que, está vez, seremos invencibles.

Publicado en El País

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