Los nuevos socios de Humala

El próximo 25 de setiembre, los presidentes de los países miembros de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) se reunirán en Nueva York donde expondrán los logros obtenidos luego de la ronda de negociaciones que han desarrollado.

A propósito de esta cumbre, resulta necesario analizar el futuro qué nos jugamos apostando por este mecanismo de integración.

La Alianza del Pacífico es una iniciativa que impulsó el ex presidente Alan García en las postrimerías de su gobierno a fin de crear un bloque político-regional alternativo a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). Esta alianza es conformada por países con modelos económicos de corte neoliberal y que han firmado tratados de libre comercio con los Estados Unidos y otros bloques mundiales. En ese sentido, además del aspecto comercial, hay una mirada política sobre América Latina que busca consolidarse desde esta tribuna.

Si bien el presidente Ollanta Humala inició su gobierno con la promesa de impulsar la presencia del Perú en UNASUR, lo cierto es que asistimos a un proceso de alejamiento de este bloque sudamericano para sumarnos entusiastamente a la Alianza del Pacífico. Este hecho se muestra no solo en la actuación sin protagonismo alguno que tuvo Humala como Presidente Pro Tempore de UNASUR sino también en los diversos niveles de integración que se vienen consolidando con sus nuevos socios en términos comerciales, económicos y tributarios.

Sin embargo, todavía es temprano para señalar el triunfo político de la Alianza del Pacifico pues los países que lo conforman no pasan por su mejor momento político y social. México, por ejemplo, viene siendo sacudido por las protestas de miles de maestros contra la reforma educativa empujada por el actual gobierno del presidente Peña Nieto. Asimismo, el intento de privatizar la poderosa empresa pública de petróleo PEMEX ha sido mal recibido por las diversas fuerzas políticas de dicho país. En tanto, en Chile, el presidente Piñeira acaba su mandato con baja popularidad y cargando sobre sus hombros las contundentes protestas estudiantiles que reclaman una educación gratuita para todos los chilenos.

Pero lo que debería preocupar más al Perú es la actual postura del presidente Manuel Santos de Colombia sobre el diferendo marítimo que mantiene con Nicaragua. Como se recuerda, en noviembre del año pasado, un fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) adjudicó a Nicaragua más de 90.000 kilómetros cuadrados de mar Caribe poniendo el jaque la soberanía colombiana sobre este territorio marítimo. El presidente Santos ha dicho que la sentencia de la CIJ no es aplicable en tanto se celebre un tratado entre ambos países. Peor aún, Santos busca renunciar al Pacto de Bogotá (1948), el cual obliga a los firmantes a resolver sus conflictos a través de medios pacíficos, con tal de no cumplir el mencionado fallo. ¿Seguiría Chile el ejemplo colombiano si la Haya falla a favor del Perú en el diferendo marítimo que nos enfrenta actualmente? ¿Será este el futuro geopolítico que nos espera?

Los nuevos socios del presidente Humala tienen serias dificultades de gobierno porque renuncian al diálogo democrático para resolver las discrepancias que se dan dentro y fuera de su país. Estos no son los mejores ejemplos para el Perú. Esperemos que el presidente reflexione al respecto y nos devuelva al camino de UNASUR, que es el bloque sudamericano plural que emerge de forma soberana desde esta parte del mundo.

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