Israel-Palestina: De una crisis a otra

Por: 

Leyla Bartet

Mientras escribimos estas líneas ONGs y Organismos de Naciones Unidas aún presentes en Gaza nos aportan cifras espeluznantes sobre el número de muertos y heridos. Cerca de diez mil en menos de un mes, más del 40 por ciento de ellos menores de edad y niños pequeños. Y las cifras seguirán en aumento porque los miles de heridos y enfermos crónicos carecen de hospitales y atención médica. A esto se suma un millón de desplazados que probablemente no podrán retornar a sus viviendas porque estas ya no existen. Una nueva Nakba2.

El gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que el historiador Avi Shlaim3 califica como “el más derechista, el más chovinista y el más abiertamente racista de la historia de Israel”, anuncia que la guerra continuará el tiempo que haga falta hasta terminar con Hamas, un objetivo difícil de alcanzar si prosigue la guerra de guerrillas en las calles de Gaza. Además, ya algunos observadores militares como el General francés Michel Yakovleff hacen notar que matar a los dirigentes y militantes de Hamas no será una solución. El asesinato de su líder y fundador, el Sheik Ahmed Yassin, en marzo del 2004 y de muchos otros dirigentes del movimiento islamista a lo largo de los últimos años no sólo no ha ayudado a resolver el conflicto, sino que lo ha agravado. Es necesario buscar soluciones globales y en una perspectiva a largo plazo.

La historia reciente: deslindando responsabilidades

Schlaim, al igual que el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, señala que el conflicto no empezó con la terrible masacre de civiles israelíes el pasado 7 de octubre. La consigna “Israel tiene derecho a defenderse”, sin ser en absoluto cuestionable a estas alturas de la historia, se asienta en el relato de los países más poderosos del mundo: Estados

Unidos y los países de Europa Occidental decididos a ignorar el contexto de un conflicto que dura ya 75 años.

Cabe recordar que, en el año 2005, tras dos Intifadas, Israel se retira de Gaza de modo unilateral y sin acuerdo con la Autoridad Palestina. Y la Franja se convierte entonces en una verdadera prisión a cielo abierto con dos millones y medio de habitantes hacinados en un espacio semejante a la ciudad de Madrid. Vista en perspectiva, esta práctica actualizada de Apartheid favoreció la implantación territorial de Hamas. No hubo nunca por parte de Israel una voluntad integral de resolver el conflicto. A la pregunta ¿Por qué ahora? El periodista francés Dominique Vidal  resume: “Hay tres motivaciones para la operación masiva, brutal y sangrienta de Hamas: 

  • la primera es traumatizar a la opinión pública israelí. Este es un razonamiento absurdo. Cuando durante la segunda Intifada (2000-2005) Hamas realizó ataques suicidas en los que murieron más de 600 israelíes, lo que consiguieron es un crecimiento exponencial de la derecha y la extrema derecha en el parlamento (Knesset). De paso, secuestrando civiles y soldados israelíes intentan efectuar un movimiento semejante al rapto del soldado Gilad Shalit cuya liberación negociada permitió la liberación de más de 100 rehenes en octubre del 2011.
  • El segundo objetivo es socavar la Autoridad Palestina, a su presidente Mahmut Abbas y a Al Fatah que forma parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) la misma que ya goza de un amplio rechazo de la opinión pública, sobre todo entre los jóvenes que son la mayoría de la población.
  • El tercero es impedir que Arabia Saudita respalde los Acuerdos de Abraham (un tratado de paz y reconocimiento mutuo -promovido por EEUU- entre Israel, Marruecos, Emiratos

Árabes Unidos y Bahrein. Este último objetivo se ha alcanzado, en parte, pues Mohamed Bin Salman ha declarado que el acuerdo queda suspendido.  

Otra pregunta que carece de respuesta precisa es ¿Cómo los servicios de inteligencia israelíes, considerados entre los mejores del mundo, no previó un ataque como el del 7/10 cuando controla ampliamente los movimientos en la Franja de Gaza? Es cierto que las enormes movilizaciones anti gubernamentales de los últimos meses por las medidas políticas asumidas por el gobierno Netanyahu, podían haber desviado la atención hacia la problemática interna. Pero la semana pasada, un fragilizado Netanyahu twiteó (en X) que la culpa de lo ocurrido el día 7 era directamente de los errores del servicio de inteligencia militar. El escándalo que se armó fue tal que el primer ministro tuvo que dar marcha atrás y disculparse.

Sin embargo, si estudiamos mejor la evolución de la situación en Gaza es posible una lectura en la que la Mossad (servicio de inteligencia y operaciones especiales) y las autoridades israelíes de los últimos años no son del todo inocentes.

Israel y Hamas: el hijo traidor

La historia de la relación entre Israel y Hamas podría parecer un cuento sangriento de Mary Shelley. Hamas, cual moderno Frankenstein, termina volviéndose contra el padre y causando su ruina. En efecto, en los años 70 y 80 cuando el integrismo musulmán empezó a crecer en todo el mundo islámico, el gobierno israelí preocupado por el carácter “revolucionario” y combativo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) decidió adoptar una nueva estrategia frente al problema. Siguieron la experiencia norteamericana que había impulsado la formación de Madrassas integristas en Pakistán para formar a los llamados “combatientes de la libertad” y luchar contra el gobierno pro soviético de Afganistán5. Israel consideró que favorecer el desarrollo de grupos religiosos que lucharan desde el islam el discurso y las estrategias de la OLP podría ser muy positivo para mantener al pueblo palestino dividido. Al igual que los EEUU, el gobierno israelí se equivocó: abrirle las puertas al Sheik Ahmed Yassin, fundador y primer dirigente de Hamas sólo fue el inicio de un problema mucho mayor.

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