Cambiar de país, no solo de gobierno

Por: 

Carlos Bedoya

El Perú se enfrenta el 11 de abril a una encrucijada de la cual puede salir con mejor pie para luchar contra la pandemia, o seguir hundiéndose en la permanente crisis política sin importar la emergencia.

Tenemos la posibilidad de cambiar de época para empezar a mirarnos como personas en igualdad de derechos y obligaciones, de convertirnos en una sociedad donde la ciudadanía esté en el centro, donde el trabajo no esta plagado de precariedad, la salud no sea un mercado negro (peor aún con el virus) y la policía deje de transitar por la delgada línea que la emparenta con el crimen organizado, entre otros males que forman nuestra cotidianidad.

Todo eso puede transformarse si somos conscientes de que no se trata de cambiar de gobierno simplemente, sino que se trata en realidad de cambiar de país. Y esto solo lo representa Verónika Mendoza de Juntos por el Perú, que propone una salida social, popular y sostenible a la emergencia que vivimos. Social, con foco en las grandes mayorías y no en las élites. Popular, con amplia participación de organizaciones de la sociedad. Y sostenible, con diversificación de la economía preservando el medio ambiente.

¿En qué país una clínica privada puede cobrar 100 mil soles o más por una cama UCI en plena la pandemia? ¿En qué lugar del mundo un balón de oxígeno puede costar hasta 10 mil soles aprovechando la demanda que trae el virus?

Que el Perú tenga una de las tasas de mortalidad más altas por Covid-19 no es un castigo de Dios ni mucho menos. Esto tiene responsables e intereses detrás. Precisamente, Verónika Mendoza es la única que propone transformar esta realidad de manera seria y firme. Tras los debates y las diversas entrevistas en las que ha participado se ha mostrado como una candidata de vuelo, que aborda con solvencia todos los temas, que conoce a los actores y que por tanto puede dirigir al país en medio de esta desgracia.

Va a ser duro, claro que sí, basta ver la campaña llena de mentiras y miedos azuzados por los sectores más conservadores y dogmáticos del país; por quienes están dispuestos a usar todo su poder político, económico y mediático para no ceder nada; por quienes se han enriquecido y acumulado en gran medida, pero se oponen a una redistribución justa de la renta nacional.

Para enfrentarlos, Verónika Mendoza requiere construir un tejido ciudadano que respalde su propuesta de cambio en el gobierno. Un soporte social que critique pero que apoye a fin de evitar las ansias golpistas de un Congreso fragmentado. Un gobierno de Verónika tiene que ser hecho con la gente en la calle para dejar atrás 200 años de malos manejos, abusos y trato a las personas como si fueran cualquier cosa.

Elegir a Verónika Mendoza sería un hecho histórico en el bicentenario peruano, pero además es posible. Sin entrar al detalle de las encuestas y sondeos, las tendencias señalan que Yonhy Lescano está en caída, George Forsyth bajó tanto que deja de ser opción para segunda vuelta y Rafael López Aliaga se derrumba tras los debates. Hernando De Soto y Keiko Fujimori reciben como obsequio parte de lo perdido por López Aliaga, pero no tienen nada que ofrecer al país, ni emocionan a nadie. En cambio, Verónika sube, entusiasma y recoge simpatías, señales suficientes para pasar a segunda vuelta.

La candidata de Juntos por el Perú es la única que se viene comportando con la responsabilidad de gobernar en un momento tan crítico como el actual. Ha convocado abiertamente a todas las fuerzas sanas del mundo social, económico, político y cultural para asumir un gobierno de amplia base en el entendido de que la tremenda emergencia que vivimos no puede ser resuelta por un solo partido.

A pesar de todo el miedo infundido, se ha reunido - además de con trabajadores, docentes, mujeres, feministas, diversidad sexual, campesinado, indígenas, etc. – también con gremios empresariales como la Sociedad Nacional de Industrias (SIN) o la Asociación de Exportadores (ADEX), entre otros conglomerados de micro empresas y emprendedores de distintas ramas de la producción que dejando los prejuicios han empezado a valorar la propuesta económica de Juntos por el Perú basada en la productividad, la generación de demanda y la acumulación de capital nacional.

Por eso la ultraderecha muestra preocupación. Sus voceros han dejado de promover la candidatura extremista de López Aliaga, pasando a desarrollar una campaña de descalificación de todo el proceso electoral, y cambiando de candidatura a pocos días de la primera vuelta como es el caso del diario Expreso con Keiko Fujimori. Debemos prepararnos para enfrentar los intentos de deslegitimar los resultados. Tenemos enfrente un claro rostro de perdedores que muestran sus garras golpistas. No pasarán.

Finalmente, las bajas cifras de adhesión a los partidos políticos expresadas en las encuestas vaticinan un Congreso atomizado donde se requerirá una alta dosis de responsabilidad a fin de construir pactos de punto fijo y llevar adelante una agenda parlamentaria de transformación. Para hacer un equilibrio y cambiar de país en este contexto, Verónika Mendoza propone también una democracia participativa basada en el vínculo de las organizaciones cívicas y populares en la elaboración de las propias normas.

Va a ser muy duro, como son todos los procesos de cambio, pero es posible.