¿Qué hacer para representar bien al país?

Por: 

Germán Vargas Farías

Aclaremos primero, según la Real Academia Española la palabra representar tiene varias acepciones: “Recitar o ejecutar en público una obra dramática”; “interpretar un papel de una obra dramática”; “dicho de una persona: aparentar determinada edad”; entre otras. 

Aunque pudiese parecer que hay algo -quizás mucho- de eso, la representación a la que me voy a referir aquí tiene que ver con otra cosa: “desempeñar una función”; “ser imagen o símbolo de algo, o imitarlo perfectamente”; o, “encarnar, personificar, simbolizar, una entidad, empresa, o nación”. 

Es verdad que cuando revisamos lo que acontece en el ámbito político de nuestro país, podemos reconocer una sucesión interminable de dramas en distintas y, muchas veces, surtidas formas de presentación. Tragedia frecuente, comedia con una dosis de cinismo que lastima, farsa de la más grotesca, y melodrama siniestro.  

Todo interpretado por actores que copan la escena, y que por alguna inexplicable razón creen haber sido elegidos para mantenernos en tensión, subestimarnos, desdeñar nuestros derechos, hacer de nuestro mañana un misterio y destruirnos poco a poco.   

¿Exagero? Ofrezco como prueba el prontuario de más de la mitad de los congresistas, el 50%+1 de sus leyes aprobadas, la resolución legislativa que designa al defensor del pueblo, las resoluciones legislativas de designación de seis de los siete magistrados del Tribunal Constitucional, y la pulsera, el collar y los aretes de “bisutería fina” marca Unique de Dina Boluarte. No, esto último es broma, eso sí, quiero creer, lo adquirió con su plata. 

Precisamente, y disculpen que vuelva a ocuparme del asunto, fue la amiga de Wilfredo Oscorima la persona que habló de representación, el viernes pasado, cuando confesó haber aceptado “en calidad de préstamo” los Rolex del gobernador de Ayacucho. Según Dina, "quizá en el ánimo de querer representar bien a mi país me llevaron a aceptar ese préstamo, los cuales ya los he devuelto". 

Para que quede claro, lo hizo para representarnos mejor. ¿Farsa?, ¿comedia?, ¿melodrama?, ¿tragedia?, de todo un poco. Aunque nadie le crea. Evidentemente, la presidenta Boluarte es una mentirosa, y se ha enredado en una trama creyendo ser la heroína cuando todos ven en ella la villana.  

Si solo hubiera entendido que el papel que le toca interpretar ya está escrito, y no tiene que improvisar, y menos adulterar el libreto. Si hubiese dedicado cinco o diez minutos para leer algunos artículos de la Constitución, y las horas que hagan falta para tratar de entender lo que dice, se habría dado cuenta que no necesitaba uno, dos o tres Rolex, u otras joyas costosas, para representar bien al país.  

La Constitución dice en el artículo 110 que el presidente, o la presidenta, de la República “personifica a la Nación”, y en el artículo 118 señala entre sus atribuciones cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás disposiciones legales; representar al Estado, dentro y fuera de la República; cumplir y hacer cumplir las sentencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales; y la verdad es que usted lo puede leer y releer y advertirá que para representar bien al país, si algo quiere ostentar, no existe nada mejor que la decencia. 

Si bien es cierto que, como dije al empezar, estamos viviendo en nuestro país una serie interminable de dramas, tragedias y farsas, que capítulo tras capítulo anuncian el inevitable desastre, aún es posible cambiar radicalmente el guion. El final puede ser emocionante, inesperado tal vez, si dejamos atrás la resignación y nos proponemos, nosotros y nosotras sí, representar dignamente a nuestro país. 

Publicado en Diario Página 3