¿No todo está perdido en el Perú?

Por: 

Francisco Pérez García

Hace unos días, conversando con algunos colegas y compañeros, hubo una expresión que reflejaba el hartazgo de un sector de la gente: “Todo se está desmoronando en el país”. Esto, a raíz de las recientes filtraciones del “filósofo” Jaime Villanueva, otrora ex hombre fuerte de la suspendida fiscal de la Nación, Patricia Benavides, quien en sus declaraciones a la fiscalía ha señalado a distintos personajes de la política y del periodismo como actores influenciados para los oscuros intereses que se manejaron en esta institución del Estado. 

Entre todas las declaraciones, un sector de la prensa concentrada y apapachada con el ala más corrupta y conservadora del país se encargó de “rescatar” los dichos donde Villanueva perfila al periodista Gustavo Gorriti, director de IDL Reporteros como una especie de “Padrino” que movía a su antojo las investigaciones de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, a la par que manipulaba a los entes electorales para que la señora Keiko Fujimori (quien está a punto de ser enjuiciada) pierda las elecciones contra Pedro Castillo. 

El comentario señalado líneas arriba tenía un sentido más amplio. Y es que, gracias a esta manipulación de la información, existe una intención de ensuciar todo, de hacer creer a la gente que no existe nadie salvable en un país -y aquí se amplía el sentido del “desmoronamiento”- donde tenemos un gobierno pegado con babas por su vínculo con la corruptela congresal que también actúa de forma lumpenesca y se ha encargado de petardear toda la institucionalidad del país. 

La manipulación grosera de la información busca que creamos que nadie en este país merece la pena; que la organización de la gente se da contra un muro enorme pintado por la corrupción, el negociado y el arreglo bajo la mesa; que la degradación moral del país solo compete al espectro zurdo de la política mas no al diestro y que será esa derecha cavernaria, antiderechos, matona y conservadora la que podrá sacar al país de este pantano politiquero en el cual nos hemos sumergido. 

Pero ¿en realidad está todo perdido en el Perú?

Una serie de hechos, en las últimas semanas nos dejan ver que finalmente no todo está mal en el país. Que la intención de desbaratar todo y de minimizar a la gente, no llega al objetivo que estos sectores quieren. Y paso a explicar estos ejemplos que, pese a todos los intentos, nos muestran que aún hay capacidad de indignación y rebeldía. 

1.- Los carnavales y el repudio popular

Mucho se habló de la posible represión y censura en las festividades de La Candelaria en Puno y las comparsas de carnavales en diversas regiones, en particular Ayacucho, escenario de una de las represiones más mortales del régimen de Boluarte y Otárola. Sin embargo, pese a los intentos de censura, las comparsas y grupos de baile se encargaron de dedicarle algunas coplas y canciones a los policías y militares, responsabilizándolos de las muertes producidas en estas regiones. 

A la par de ello, el arranque de la festividad de la Virgen de La Candelaria en Puno, no pudo ser mejor, con el baile organizado que conformó la frase “Puno sí es el Perú” remendando aquella triste frase de Dina Boluarte que en medio de las protestas deslegitimó el sentir de la población al negarles su peruanidad. En Puno, dicho sea de paso, los cánticos contra Dina y el régimen han continuado. El arte, que duda cabe, también es transgresor y combativo. 

2. Desobediencia ciudadana

Volviendo a la Lima centralista de toda la vida, es muy llamativo e interesante ver que en algunos distritos la gente ha optado por usar las herramientas legales que tienen a la mano para intentar sacarse de encima a alcaldes que no han dado la talla y que más bien han terminado convirtiéndose en pequeños caciques autonombrados de las urbes que deben dirigir. 

El caso de Miraflores es por demás atractivo porque se trata de un distrito que ha tenido varias escenas de discriminación perpetradas por algunas personas que no han sabido medir que el espacio público -finalmente- es de todos y no solo de algunos vecinos. Lo que nunca pensaron fue que el alcalde que eligieron para cuidar el ornato y la “vida saludable” terminara dándoles la espalda y restringiendo cualquier tipo de actividad en los espacios públicos. 

Así en medio de ello, los vecinos se han organizado y convocaron a un plantón el último martes 13 de febrero, que tuvo gran pegada en las redes y los medios de comunicación. Apelaron a la movilización pacífica, a la protesta ciudadana para expresar su rechazo a un alcalde como Carlos Canales que ha desvirtuado por completo el sentido de ser autoridad de un distrito. A la par, la organización para revocar al burgomaestre miraflorino se ha convertido en una herramienta debida que les permite resarcir un error electoral. 

El martes, pese a las restricciones y el despliegue policial poca vez visto en este distrito limeño, la gente se congregó con pancartas, muñecos y silbatos para iniciar la protesta contra su alcalde y dar el primer paso para lo que se espera sea su pronta remoción. Ojalá que este paso le permita entender también -a un grupo de miraflorinos y de limeños en general- que la protesta ciudadana es un derecho. 

Son solo un par de ejemplos, pero me permito creer que estas dos luces son las que se necesitan para no ver el panorama totalmente oscuro, sino con algo de esperanza en que no todo está perdido. Que las fuerzas que quieren sobrevivir a toda costa seguirán con sus intenciones de perpetrarse en la impunidad, pero que hay un sector ciudadano y periodístico que les hará frente. Que la corrupción por más que parezca inundar todo lo que toca, terminará degradándose y hará que los que delinquieron paguen sus penas en prisión y que los que hoy se escapan por leguleyadas vuelvan a donde deben estar. 

Vamos Perú, no todo está perdido.