¿Década ganada o perdida en América Latina?

Por: 

Nicolás Lynch

Las recientes victorias electorales de Dilma Rousseff, Tabaré Vásquez y Evo Morales, así como la resistencia frente a la agresión económica en Venezuela y Argentina y las políticas socialdemócratas que implementa Bachelet en Chile, reafirman una tendencia que se ha venido desarrollando en los últimos quince años en América Latina: el denominado giro a la izquierda. En otras palabras gobiernos elegidos y reelegidos por grandes mayorías ciudadanas que se caracterizan por hacer lo que prometen y desarrollar políticas que ponen por delante la justicia social, la participación democrática, la soberanía nacional y una política exterior independiente que propicia la integración de nuestros pueblos. ¿Qué dirá la derecha peruana frente a esta realidad contra la que machaca cotidianamente en los medios bajo su control? ¿Seguirán pensando que se trata de dictaduras encubiertas o “electarados” los que eligen a esos gobernantes, como dice alguno de sus columnistas?

 

Rafael Correa, presidente del Ecuador, ha señalado, por ello, a la última década como la “década ganada” en la región, por contraposición a la “década perdida” de los años noventa en los que dominó el modelo económico neoliberal. Sin embargo, si nosotros observamos la situación del Perú en este escenario podemos ver que nuestro país no es parte de esta década ganada y sus beneficios en términos de justicia social, participación, soberanía e integración, sino de la década perdida de hegemonía neoliberal y sus grandes males: la desigualdad persistente, la desnacionalización económica y política y la dependencia de los grandes poderes mundiales. Así como llegamos tarde al reformismo, al populismo y a la propia democracia representativa, a lo largo del siglo XX y quizás por ello no gozamos plenamente de sus beneficios, igualmente hoy estamos a la cola de nuestros vecinos con una clase dominante retardataria y una oposición dispersa que nos impiden entrar a la ola progresista y a la modernidad en esta parte del planeta.

 

¿Por qué esta diferencia entre el Perú y sus vecinos? Porque la gran contradicción de nuestro tiempo, aquella que se da entre la profundización de la democracia anhelada por millones de ciudadanos y las políticas económicas neoliberales, que promueven las élites locales e imperiales, se soluciona de diferente manera. En los países con gobiernos progresistas se recorta o termina con las políticas neoliberales, concediendo participación y derechos sociales a la población; mientras en el Perú se recorta la democracia, criminalizando la protesta e imponiendo los intereses del gran capital por la vía de la captura del Estado y el desarrollo de la economía delictiva. De esta manera, nuestros vecinos consolidan sus democracias, pero en el Perú se precariza ese régimen político sin un futuro para la convivencia en libertad.

 

Ahora bien, ciertamente que el camino del giro a la izquierda no es un lecho de rosas y no podía serlo porque hay grandes intereses en juego. En primer lugar la disputa económica que se expresa sobre todo en Argentina y Venezuela. Para la derecha y lo remarcan todos los días es un tema de mal manejo y corrupción, sin descartar los errores y la corrupción que pueda haber, es indudable que lo que existen son políticas que buscan redistribuir la riqueza de esos países de manera diferente a como estaban acostumbradas las oligarquías locales y los poderes extranjeros que las respaldan, motivando una feroz resistencia de los mismos. Esto tiene una traducción en la polarización política, tanto por la disputa económica como por la negativa de la derecha a aceptar democracias mayoritarias, alejadas del criterio elitista (de competencia entre minorías) al que está acostumbrada. Hasta Brasil que muchos veían como un ejemplo de moderación política vivió horas difíciles en la última elección, fruto del contraste entre propuestas distintas que, como quedó muy claro en la polémica, representaban caminos diferentes para ese país.

 

Todo esto nos hace ver que una democracia distinta a la importada de los Estados Unidos empieza a afirmarse en la región. Si algo ha ganado América Latina en estos años es precisamente esa capacidad de decidir su propio destino. Por ello, se trata de una década ganada para la región pero perdida para el Perú.

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