Victoria estrecha pero victoria

El ajustado triunfo de Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles en las elecciones venezolanas del pasado domingo ha llevado a una nueva movilización de la derecha venezolana y continental para deslegitimar al régimen bolivariano. Es cierto que el triunfo de Maduro, por algo menos de 300 mil de 15 millones de votos válidos, es estrecho, pero con una votación auditada inmediata, con presencia y aprobación de la oposición, del 54% de los votos emitidos, situación inédita en los sistemas electorales en la región donde las auditorías suelen ser a muestras entre el 10 y 20% de la votación. A ello se agrega una nueva resolución del Consejo Nacional Electoral de Venezuela para proceder a auditar el 46% restante a partir de la próxima semana, con lo que se haría algo que jamás ocurre en ningún sistema electoral: se procedería auditar el 100% de los votos emitidos.
 
Es más, ya Chávez perdió el plebiscito del 2007 por un margen estrecho similar y aceptó la derrota de inmediato y en los 30 años anteriores a 1998, por lo menos dos elecciones presidenciales venezolanas se ganaron con porcentajes inferiores al 2% y la aceptación también fue inmediata, para no mencionar la elección norteamericana del año 2000, en la que Gore le ganó a Bush por el 3% y la Corte Suprema de ese país terminó dándole la victoria al perdedor, o sea, a Bush. Asimismo, los acompañantes electorales, entre ellos el Centro Carter y la UNASUR, tampoco han detectado irregularidades, como lo han señalado Bill Richardson y Carlos “Chacho” Alvarez. Por último, el triunfo de Maduro ya ha sido reconocido por la mayor parte de los gobiernos de la región, de izquierda y de derecha, incluyendo además a España. A esto se suma el reconocimiento de UNASUR como bloque lo que brinda legitimidad regional al mandatario elegido.
 
Henrique Capriles, sin embargo, no aceptó los resultados y llamó a un nuevo recuento del 100%, desconociendo el escrutinio inicial. Felizmente ha retrocedido de esta posición y ha aceptado la auditoría, que no es lo mismo que volver a contar todos los votos, lo que ojalá lo de por satisfecho. Asimismo, luego del desconocimiento llamó a la movilización, pero ante el inicio de la violencia echó marcha atrás. Desafortunadamente esta ya se había desatado y en pocos días hay 8 muertos y 60 heridos. Sin embargo, los medios de comunicación de diferente orientación señalan que la mayor parte de los muertos ha sido causada por movilizaciones de la oposición que incluso han disparado desde carros en movimiento contra partidarios del gobierno y han asaltado diversos locales del partido de gobierno y de diversas organizaciones sociales.
 
Los intentos de desestabilización del régimen bolivariano vienen de atrás, se remontan al primero de los gobiernos de Chávez y tuvieron su punto más alto con el golpe derechista del 2002, derrotado por la movilización callejera del chavismo. Estos intentos se han hecho más seguidos a raíz de la enfermedad de Chávez y más intensos todavía con motivo de su muerte. La ilusión de sus opositores es que desaparecido el líder carismático desaparezca también el proyecto. Y es indudable que la ausencia de Chávez ha afectado la votación por Maduro, aproximadamente en un millón de votos menos que los que sacó Chávez el pasado octubre y que ahora han pasado a Capriles. Es esta coyuntura la que la derecha quiere rentabilizar al máximo a su favor por eso tanto lío.
 
Ahora bien, un triunfo tan estrecho señala algunas lecciones a tomar en cuenta para gobierno y oposición. Primero, la necesidad de llegar a consensos mínimos para rebajar la polarización existente, evitando a toda costa la violencia y las medidas represivas. El discurso de Capriles durante la campaña, si lo tomamos literalmente, está muy cerca del propio discurso del chavismo. Si esto fuera verdad y no solo maniobra electoral, habría un amplio espacio de acuerdos. Segundo, subrayar la importancia de los organismos de integración regional, como UNASUR, que pueden servir de facilitadores para un contacto entre las partes, con la legitimidad que les da ser organismos autónomos de poderes externos a América Latina.
 
Por último, le caben al gobierno de Maduro una importante responsabilidad para reorientar la economía de su país, alejándola de la dependencia petrolera y controlando la inflación, por más que los gobiernos chavistas la mantuvieran en promedio -22%-  casi a la mitad de la que tuvo – 42%- cuarenta años de democracia anterior a 1998 . Ya tiene Venezuela logros muy significativos en reducción de la pobreza, la desigualdad, la desnutrición infantil, en sus buenos índices en educación y salud, en la masiva construcción de viviendas – 400 mil en los dos últimos años- y en haber alcanzado la seguridad alimentaria según indica la FAO. Hoy le toca al gobierno bolivariano el renovado impulso a la producción interna y un esfuerzo en la seguridad ciudadana para que pueda garantizar trabajo decente para sus habitantes por un largo período.

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