Un gabinete apolítico significa que se gobierna directamente con los poderes fácticos

Como describimos en la editorial anterior, la crisis del gabinete ha sido fruto de una crisis mayor, no obstante, se la ha querido resolver con un enroque de funcionarios al interior y entre ministerios, por lo que el problema de fondo subsiste:

el gabinete Valdés sobrevive como un lugar donde las grandes decisiones no se toman, donde temas fundamentales como la continuidad del modelo de acumulación, la promoción de las grandes inversiones mineras y pesqueras, el rol de Petroperú, la definición de una nueva matriz energética, la petroquímica del sur, el destino del gas, la descentralización, las irrigaciones, los grandes proyectos hidro energéticos, la tala ilegal, la vergonzosa alta tasa de desnutrición crónica entre otros, quedan fuera de este ámbito y se definen en una relación directa entre el poder económico y el presidente Ollanta Humala.
 
Estamos caminando por cierto, a un gabinete cada vez más ineficaz, que es la expresión de la continuidad de las políticas heredadas, mientras los poderes fácticos se mantienen detrás del telón y -al igual que durante los últimos 20 años- son los que tienen la capacidad real de influir en las decisiones más trascendentes.
 
Es por eso que ante la notoria debilidad del Consejo de Ministros, cuando desde la oposición se reclama un gabinete político que encare los problemas y tome las decisiones, los operadores de siempre, vinculados a este poder oculto, salen a respaldar al Ministro Valdés y al Presidente Humala. Lo que buscan es que un gabinete anodino siga estando fuera de las decisiones vinculadas principalmente con la economía del país, a fin de no perder sus beneficios.
 
La idea de que el gabinete debe ser técnico y no político es pues completamente nociva. Un Perú despolitizado solo favorece al statu quo.
 
Mientras que personas cuyo único capital es la incondicionalidad al mandatario ocupen la mayor parte de los cargos vitales, las verdaderas decisiones económicas quedan en manos de un reducido grupo de ministros (Economía, Minería y Comercio) que representan directamente a los grupos de poder, con quienes toman decisiones fuera del escrutinio público.
 
Otra Mirada, considera que es indispensable abordar directa y explícitamente la dimensión política de los grandes temas pendientes en la agenda nacional. Por ello, en las sucesivas editoriales y documentos abordaremos temas prioritarios como la concentración de la propiedad agrícola, la gestión del sector  minero y de hidrocarburos, las empresas estatales estratégicas, la descentralización, la gestión de los recursos hídricos y forestales, el ordenamiento territorial, la salud pública y otros que tienen que ver directamente con la gobernabilidad del país.

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