Se busca buena plancha única de izquierda

Por: 

Sinesio Lòpez

Según la última encuesta de GfK no es Keiko Fujimori la que encabeza las encuestas (32%), sino los que no tienen candidato o candidata (36%). Salvo en el ámbito rural, en el que ella obtiene el 43% de respaldo electoral, los que no tienen candidato triunfan en el ámbito urbano, en Lima y en el interior del país y en todos niveles socioeconómicos. Es cierto que estos (que no tienen candidato) se han ido reduciendo desde la mitad de los electores hasta el actual 36%  que se resiste a ser seducido por los candidatos en liza y por su respectiva oferta electoral.
 
La mayoría se concentra en el ámbito rural (39%), en el interior del país (37%) y en los sectores pobres y muy pobres (38%). Hay dos componentes en este rubro: los que votan blanco y viciado (19%) y los que no saben por quién votar. ¿Son sumables estos dos componentes o son como papas y camotes que no se pueden sumar? Solo son sumables en el hecho de que no tienen candidato. En todo lo demás parecen ser diferentes. Los que no saben por quién votar tienen una composición heterogénea que va desde los abstencionistas hasta los desinformados, pasando por los que no les interesa la política y otros similares.
 
Los que votan blanco y viciado son un grupo más homogéneo cuyo común denominador parece ser el rechazo a las actuales candidaturas.  Ellos van desde los antipolíticos (que no les interesa o que rechazan la política) hasta los antisistema pasando por los que aún no encuentran un candidato de su confianza. Se concentran en el nivel urbano (21%) y en el rural (24%), en el interior del país (20%), en la clase media acomodada (20%) y en los sectores pobres y muy pobres (20%). Ellos son los desencantados de la política por muchas razones, las importantes de las cuales son la corrupción, las promesas incumplidas y la traición de los políticos que fueron elegidos para cambiar el país pero terminaron sirviendo al establishment neoliberal.
 
Para salir del estancamiento en el que se encuentran, los candidatos del establishment (que son casi todos) solo pueden arrancharse los votos entre ellos y disputar el 17% que no sabe por quién votar. Están incapacitados para atraer el voto blanco y viciado que se dirige precisamente contra ellos.  La izquierda, en cambio, está en mejores condiciones para atraer no solo a los que no saben por quién votar sino también y sobre todo a los que votan blanco y viciado.  Para lograrlo tiene que presentar una buena candidatura única combativa y creíble que supere la falsa polarización entre las derechas para recolocarla entre la derecha y la izquierda. Hic Rhodus, hic salta izquierda.
 
Esto exige plantear los problemas de fondo del país como ejes centrales del programa único de la izquierda: el modelo de desarrollo económico, la refundación del Estado, la desigualdad, la descentralización, la informalidad social, la consolidación de la democracia y de sus instituciones, la globalización y sus desafíos, la multiculturalidad y la corrupción. Este es un enorme y complejo desafío porque, además de ganar a los desencantados con la política y a los desinformados, la izquierda tiene que ganar al centro para disputar con éxito las elecciones del 2016.

Publicado en Diario La Repùblica, 03 diciembre 2015

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