El sábado pasado el Presidente de la República firmó el Proyecto de Ley para crear el Ministerio de Cultura.

Este proyecto será debatido el martes en el Congreso de la República y podría ser aprobado en breve. Sin embargo, el debate sobre la pertinencia de este ministerio recién inicia y las aristas de esta discusión son varias. 
Nadie puede estar en contra de que al aspecto cultural se le dé la importancia que merece, sobre todo en un país multicultural, como el nuestro; sin embargo, proponer la creación de ministerios parche no parece ser la solución más acertada. El Ministerio del Medio Ambiente, por ejemplo, surgió como medida para que el TLC con los EEUU pudiera implementarse, antes que por un real interés en el tema por parte del gobierno. De este modo, pese a tener a un conocido ambientalista a la cabeza del ministerio, el apoyo que este ha recibido por parte del Estado es también bastante limitado. En esa misma línea se propone un Ministerio de Cultura.
Antes que las particularidades que un ministerio como este podría traer, es preciso cuestionarse sobre la organización estatal en el Perú. Hay, en ese sentido, dos grandes modelos ministeriales. Por un lado, uno en el cual los Estados son “multiministeriales” ya que existen carteras ad hoc para cada tema. Por otro lado, hay Estados que tienen “súperministerios” pues existen pocas carteras y estas pocas albergan una serie de áreas. 
En nuestro país ni lo uno ni lo otro. Lo que tenemos es una serie de ministerios que además albergan áreas que no guardan relación entre sí. Basta revisar los organigramas de los mismos  para notar que, en la gran mayoría, hay un poco de todo. Para subsanar las carencias, la propuesta es inaugurar ministerios parche que suplan los vacíos. Ese es el caso de esta propuesta gubernamental.
Un Ministerio de Cultura que no forme parte de una reforma estructural del Estado  y que además, no cuente con las precisiones sobre objetivos, presupuesto y la garantía de que podrá suplir las labores que el Instituto Nacional de Cultura no ha cumplido hasta ahora, será otro saludo a la bandera que solo traerá burocracia. Con un gobierno que hasta hace poco mostraba un irrespeto evidente al Patrimonio Nacional Cultural (ver infodiario “El INC pintado en la pared”) es lógico que los ciudadanos dudemos de la intención detrás de esta propuesta.