Los claros y oscuros del 2009

Si algún elemento definitivo podemos encontrar en el año político del 2009 es la profundización y a la vez el deterioro del modelo neoliberal, llegando incluso a su notorio cuestionamiento ideológico, pero sin que se produzcan todavía desafíos políticos nacionales de envergadura al mismo.

En el año que termina hemos sido testigos de movimientos sociales significativos el más importante de los cuales fue el movimiento de los pueblos amazónicos contra la amenaza de que les fueran arrebatadas sus tierras, por la vía de entregarlas en concesión sin consultarles previamente, tal como manda el convenio 169 de la OIT firmado por el Perú. La premura por legislar sobre la concesión de las tierras indígenas tenía como objetivo, tal como se descubrió en el debate, adecuarnos al TCL con los Estados Unidos.
Este movimiento, que tuvo su momento culminante en el denominado “baguazo”, ha tenido un relieve singular porque cuestionó el núcleo del modelo, una de cuyas patas son los famosos TLC, que consiste en reafirmar al país como exportador de petróleo y minerales.  Las demandas indígenas no pueden solucionarse si no se cambia el modelo primario exportador y uno de los instrumentos del mismo que son los mal llamados tratados de libre comercio. De allí que el gobierno haya optado por la represión y las mecidas al movimiento amazónico porque no puede hacer otra cosa sin cuestionar sus cimientos.
La fragilidad del modelo económico se demostró también en la brusca caída del crecimiento del PBI que pasó de casi 10% a menos del 1%, demostrando, una vez más, que no estábamos blindados y que la economía primario exportadora no tiene otro futuro que el vaivén de los términos de intercambio, históricamente contrarios a los países en vías de desarrollo.
Asimismo, al escándalo de los petroaudios a fines del año pasado, todavía sin aclaración política ni judicial, se suma el tráfico de influencias en los tres poderes del Estado y el entreguismo de las privatizaciones, hoy denominada concesiones. En el primer caso, destaca el indulto escandaloso de notorios fujimoristas como José Enrique Crousillat, que presagia el indulto del propio Fujimori. En el segundo, la entrega del puerto de Paita y la incapacidad para renegociar los contratos del gas de Camisea, se convierten en dos perlas más en la expropiación de bienes públicos que viene ocurriendo en los últimos veinte años. Asimismo, hay que mencionar también los informes de las comisiones investigadoras del Congreso sobre los casos de Petro-Tech y la renegociación de los contratos de Camisea, los cuales, a pesar de tener importantes hallazgos, continúan sin ser discutidas en el pleno de la cámara, lo que despierta suspicacias sobre la corrupción que podría estarse amparando.
El gobierno de Alan García, a la cabeza hoy del modelo neoliberal, se recupera tímidamente de las derrotas que sufriera con las caídas de los gabinetes Del Castillo y Simon, producto sucesivo de los petroaudios y Bagua. Esto le permite continuar a la ofensiva sin un rival claro que le dispute el terreno. El propio García vive la tentación del caudillo plebiscitario y lanza iniciativas para disminuir al Congreso, controlado por su propio partido, y afirmar su liderazgo de cara a las elecciones del 2011 y, más allá, preparándose el camino para el 2016. A pesar de su poca popularidad, alrededor del 30% y de ser uno de los Presidentes peor considerados en la región, la falta de una oposición que lo desafíe oculta sus defectos y le permite pasar como “reformas constitucionales” lo que no son sino maniobras políticas para afianzarse.
Es importante resaltar que en esta suerte de “cancha libre” presidencial ha colaborado la pésima calidad de la representación política, en especial en el Congreso, tanto del gobierno como de la oposición. La falencia de la representación ha permitido a la prensa de derecha, hoy abrumadora y parametrada mayoría, levantar más de una campaña mediática, que ha pasado de recoger denuncias a denostar a las instituciones, los partidos y la política en general. De esta manera, en consonancia con Palacio, se deja pasar el gobierno cotidiano de los grandes intereses y las burlas a movimientos como el amazónico con el nombramiento de Mercedes Araoz, a la cabeza del MEF.
A pesar de su debilidad la oposición política ha tenido dos nombres: Ollanta Humala y Marco Arana, éste último surgido a la palestra como líder nacional en el último año. Humala, si bien ha remontado algunos puntos de popularidad al final del año, no logra todavía salir del aislamiento al que lo ha sometido el secuestro mediático de la derecha y sus propios errores, sin embargo es el único, hasta ahora, en plantear cuestionamientos tajantes al modelo. Además, ha retomado con fuerza el recorrido por las diversas regiones de cara a reconstruir el 47% que obtuvo en las elecciones pasadas. Marco Arana, está en una fase de organización de su partido y empieza a establecer sus definiciones. Un tercero, que podríamos denominar “opositor mentiroso” con agilidad mediática para golpear a García, aunque sin cuestionar el modelo, es Alejandro Toledo. Pero ya sabemos los peruanos que su retórica es flor de un día y que poco se puede esperar de él.
El deterioro neoliberal no presagia, sin embargo, un año tranquilo. La propia Defensoría del Pueblo ha llamado la atención sobre los conflictos no resueltos y sobre otros que vendrán. Así, en los próximos meses tendremos una conflictividad donde confluirán los rechazos sociales, pero también las reivindicaciones de nuestra soberanía nacional frente a un modelo que no trae bienestar ni tampoco construye país. Así, las condiciones están dadas para que una alternativa distinta a la imperante se desarrolle en el próximo año electoral.
Por ello, el 2010 es, definitivamente, un año de definiciones. García tratará de encabezar a las fuerzas del modelo y su triunfo será escoger él al candidato ganador para abril de 2011. Esa es la apuesta de la reacción. Frente a ello, a la oposición contraria al modelo no le queda sino polarizar la situación entre el “partido antisistema” que agrupe a los descontentos y el “partido neoliberal” que defienda el orden actual. Si esta polarización se produce y consigue un candidato lo suficientemente agresivo en sus planteamientos habrá posibilidades de un cambio. De lo contrario, volveremos a tener más de lo mismo. Otro gobierno elegido que administre los intereses de los ricos con el temporal consentimiento de los pobres.

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