La trata y explotación sexual que aún no se conoce*

Por: 

Susana Chavez

A partir de este año, cada 23 de setiembre, junto con el día de la primavera, también se celebrará el “Día Nacional Contra la Trata”, buscando así llamar la atención sobre uno de los crímenes más atroces, cuyas víctimas son principalmente mujeres. La trata no tiene fronteras y representa la esclavitud que aún se mantiene, y aunque puede tener distintas finalidades; trabajos forzados, explotación sexual, extracción involuntaria de órganos o el uso de las personas para cometer delitos, tienen en común la cooptación de la libertad y el usufructo ajeno de los cuerpos y de la fuerza laboral.

A pesar de su antigüedad, lo que se conoce de la trata, es muy poco y recién a partir del Tratado de Palermo (2000), los Estados han comenzado a generar políticas de erradicación. El Perú, no está libre de esta lacra y cada vez hay más evidencias que el fenómeno no solo ha crecido, también se ha diversificado agregando mecanismos, zonas y rutas de trata.

Datos de la ONG Capital Humano y Social (CHS), señala que solo en Madre de Dios, hay 30,000 personas dedicadas a la extracción de recursos (oro y castañas), de las cuales, el 97% trabaja en la informalidad y el 20% de estos, lo hace de manera ilegal, pues involucra a niños y adolescentes entre 11 y 18 años, que no tienen autorización para trabajar en minería.

Sin embargo, la no minería no el único espacio, hay otros más sutiles que hacen de este fenómeno una práctica invisible y esto corresponde el tipo de trata que describe Mujica (PROMSEX, 2011) que se produce en el principal puerto fluvial de Pucallpa, al anexar la explotación sexual de niñas y adolescentes al funcionamiento de bares y venta de comida. Con este hallazgo se producen dos resultados; a) Se rompe con la idea que la trata es siempre un crimen organizado y b), los principales explotadores son integrantes de su familia.

Según Mujica, este tipo de explotación serían “mecanismos micropolíticos de explotación” que se produce de manera individual y no implica ningún esfuerzo de captación, sino, de procesos de inserción, que se producen a través de redes familiares. Este tipo de trata, a diferencia de las otras, no proveen grandes ganancias, sino, es “perversa lógica de complemento económico” de la familia.

Solo así se puede entender porque no hay denuncias, y lo poco que se puede hacer desde la perspectiva policial y lo absurdo que son “rescates”, si no el desarrollo de políticas sociales que haga efectivamente sentir la presencia del Estado. Por lo tanto, la celebración de un día contra la trata apenas es un inicio de lo que tiene que ser una política sostenida que incluye el acceso a la educación de calidad, vinculada a las oportunidades y una efectiva prevención de la violencia sexual de niñas y adolescentes, que incluya una asistencia real a las víctimas. Solo así, podremos decir que empezamos a combatir a la trata y a la explotación sexual.

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