La política del Cambio Climático

Con la COP 20 Lima será en los próximos días escenario de una nueva pugna política mundial. En esta reunión se hará una pulseada previa para ver a qué acuerdos se pueda llegar en la COP a realizarse el próximo año en París, Francia.

Si algún tema expresa como ningún otro el juego de poder en el mundo es el del cambio climático. Para la foto todos están de acuerdo – grandes potencias, países en desarrollo y sociedad civil – pero a la hora de pasar a compromisos concretos vienen los problemas. Las grandes potencias, donde curiosamente se originan los desastres en discusión y se han hecho los principales estudios sobre el cambio climático, son las más reticentes a compromisos concretos. Sin embargo, algunos países europeos han desarrollado una posición más abierta como es el caso de Noruega y sus ayudas financieras. Por otra parte, aunque bajo mucha presión, gigantes industriales como Estados Unidos y China se han comprometido a metas importantes pero para dentro de diez y quince años respectivamente.

En el caso de los países en desarrollo la situación no es muy distinta. Un grupo, los que creen estar más cerca de convertirse en desarrollados, nos referimos a los denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), son reticentes a compromisos mayores que dicen deberían ser adoptados por los países más ricos. Mientras tanto, los que venimos detrás, con diferencias también, solemos caracterizarnos por una retórica ampulosa, no solo a nivel de política general sino de políticas públicas, pero con escaso efecto práctico. El ejemplo concreto entre estos últimos es el de nuestro país que proclama estar comprometido con el tema y hospeda la presente COP 20, pero a la vez da “paquetazos” contra el medio ambiente como una forma de reactivar nuestro alicaído crecimiento.

En el fondo está la relación entre cambio climático y modelo económico. Es difícil una lucha eficaz contra este fenómeno en las condiciones de capitalismo salvaje, reticente a regulación alguna, que es hegemónico actualmente en el planeta. Es cierto que las responsabilidades no son las mismas para cada grupo de países, pero solo será posible una lucha eficiente si es que se desarrolla a nivel global y si la misma va de la mano con una forma de crecer, en términos económicos, distinta de la actual, que privilegie el derecho a un ambiente sano como un derecho ciudadano.

En esta perspectiva, distintas organizaciones de la sociedad civil global han cumplido un papel movilizador y orientador de primer orden en los últimos años que se expresa en buena medida en la denominada “Cumbre de los pueblos”. Ellas deberían exigir y acompañar a los estados, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, a asumir su papel frente a este tema del cambio climático en el que se juega la vida humana. De igual forma a nivel nacional, no solo las ONG sino también las organizaciones sociales –sindicatos, comunidades y pueblos originarios- tienen el deber de influenciar, denunciando y presentando alternativas para reconducir la grave situación por la que atraviesa el Perú.

Esta convicción, de que la lucha contra el Cambio Climático es una tarea de todos, es la que debe presidir nuestra acción.

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