La crisis de los intercambiables

El despido de Aurelio Pastor como Ministro de Justicia es hasta ahora el punto culminante de los esfuerzos que se realizan desde el poder, léase Palacio de Gobierno, por controlar los próximos procesos electorales de octubre de 2010 y abril de 2011.

Los defensores del modelo neoliberal saben que no las tienen todas consigo y que, a la vez, tienen demasiados candidatos, más que los matices en juego entre ellos mismos. Siguen en disputa Luis Castañeda, Keiko Fujimori, Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski, Jorge del Castillo y, por ahora, quedan de lado Lourdes Flores y Alex Kouri, que competirían por la alcaldía de Lima.  
Todos son intercambiables, es decir, todos harían básicamente lo mismo de llegar al poder: defender el modelo neoliberal y mantener la actual precariedad democrática. Sin embargo, en la disputa por diferenciarse y sacar cabeza del montón se empiezan a distinguir dos tendencias de campaña. Por un lado, están los que apuestan a la defensa del modelo con la “pata en alto”, escaso aprecio por la legalidad y prácticas matonescas, derivadas de una cierta admiración por la ejecutoria de Vladimiro Montesinos. Esta es la tendencia que lidera el propio Alan García desde la Presidencia de la República y que prefiere a candidatos como Keiko Fujimori y Alex Kouri; y en última instancia a sus compañeros Jorge del Castillo y Carlos Arana. Esta tendencia se ha asentado desde los inicios de este gobierno, con la alianza entre apristas y fujimoristas en el Congreso y los privilegios a Fujimori en su cárcel de la Dinoes. 
Por otro, los que se asumen como los demócratas decentes, la derecha con modales, que dice rechazar las prácticas montesinistas que hoy observamos desde  el poder, y que toma la iniciativa política levantando la bandera de lucha contra la corrupción que encarnarían los primeros. Lourdes Flores, con el aval “patricio” de Luis Bedoya Reyes –aquel que distingue entre pecados y delitos-ha salido a marcar la cancha con esta bandera, señalando las prácticas montesinistas de Kouri y ofreciéndose como portaestandarte de la decencia. Parecen acompañarla Kuczynski  y Alejandro Toledo en este cometido. Para ello, sin embargo, ha tenido que poner de lado, por el momento al menos, sus aspiraciones presidenciales y pasar a competir en el escenario municipal limeño donde parece haber entrado con buen pie.
El despido de Pastor es, en la coyuntura una derrota de los primeros, que en el afán de limpiarse de su propio mensajero ni siquiera le permitieron renunciar. Y, a la vez, una victoria de Plural TV, con el liderazgo de El Comercio, que aparecen alineados al lado de Lourdes y la derecha que se dice decente. Sin embargo, por el inmenso poder que tienen, Presidencia de la República incluida, es tan sólo una derrota táctica y en uno de sus empeños: el control del espectro mediático. No queda duda de que volverán a la carga, tanto en este mismo empeño de controlar los medios de comunicación y en especial la televisión, como en el apoyo a un candidato que asuma no sólo la defensa del modelo sino también sus malas costumbres.
Lo que queda de lección, creemos, para las fuerzas progresistas es la falta de capacidad para distinguirse en la lucha contra la corrupción de Lourdes Flores y compañía. Para esta última, la corrupción es simplemente un problema de conductas. Para los que cuestionamos el modelo neoliberal, en cambio, no es solo un problema de conductas sino de la falta de identidad con el Perú que promueve el modelo antinacional en funciones. Una falta de identidad que hunde sus raíces en  la vocación autoritaria del neoliberalismo y su proyecto de un Perú de y para minorías. 
Para combatir la corrupción es indispensable un régimen político donde el pueblo tenga en sus manos su destino dejando de lado a los comerciantes de la voluntad popular. Nos oponemos entonces a las conductas transgresoras que encuentran su caldo de cultivo en el modelo vigente y creemos que para cambiar las primeras hay que terminar con el segundo. Sin embargo, no hemos sido capaces de convertir en acción política, como sí lo ha hecho Lourdes Flores, nuestra propuesta anticorrupción. Ese es el reto que tienen hoy por delante quienes desean un cambio cualitativo de la situación actual y no solo afeites a la misma.   

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