La amenaza y peligro de los “golpistas”

Por: 

Rudecindo Vega Carreazo

Nada más dañino para la democracia que los golpistas; aquellos que siempre al acecho llaman a romperla o violentarla en supuesta defensa de la misma democracia. Ella es deseable si les favorece no cuando pierden. Tienen miles de razones para debilitarla, desacreditarla, presentarla como desechable, carente de gobernabilidad y ajena a la cultura nacional y, repiten, que solo puede ser rescatada y defendida por ellos aun violando los propios preceptos democráticos. La democracia a su criterio solo puede existir gracias a su autoridad, a su MANO DURA, a su autoritarismo, a su dictadura. Nada funciona bien si no es con ellos, nada sirve si no es con ellos, nada tiene sentido si no es con ellos. El desprecio por la democracia, su vocación autoritaria y el golpismo es lo que tiene en su entraña el fujimorismo. Las elecciones son un medio para llegar y mantenerse en el gobierno y el golpe de estado también. Mueren por ser gobierno no como llegan y se mantienen. La democracia o la dictadura les dan igual. Son un peligro patente y latente, para el Estado de Derecho, para el Perú.

El outsider Fujimori que gano a Vargas Llosa se construyó sobre una mentira y se consolido con un golpe de estado. En la segunda vuelta de 1990 ofreció todo lo contrario a su rival y llegado al gobierno impuso todo lo de su rival, recuerden el “yuca para todos” dicho con sorna en ejercicio de “su viveza”. Cuando la democracia le incomodó dio el autogolpe de estado el 5 de abril de 1992: disolvió el Congreso; intervino el Poder Judicial, el Ministerio Publico, el Tribunal Constitucional y el Consejo Nacional de la Magistratura y; destrozó la incipiente regionalización desintegrando los Gobiernos Regionales. A todos los puso bajo su autoridad. Por presión internacional y nacional convoco un Congreso Constituyente Democrático para legislar y elaborar (para ellos si era válido) la Constitución Política actual. En 1995 con organismos electorales copados y enjuiciando (que raro) al Tribunal Constitucional violó su propia constitución que prohibía la reelección presidencial, postuló y ganó; el 2000 volvió a violar su constitución con una segunda reelección, postuló y, en la segunda vuelta al quedar como único candidato ganó, luego fugó y renunció a la Presidencia, por fax, desde el Japón. 

Para el fujimorismo la legalidad, la Constitución, la democracia sirve si la pueden utilizar a su antojo. No respetaron la Constitución de 1979 y tampoco la suya de 1993. Pueden llegar por elecciones y mantenerse vía permanente golpe de estado. Para ellos todo, legal o ilegal; para sus rivales la ley.

Keiko Fujimori en los últimos 5 años patentó su propia vocación golpista, autoritaria y antidemocrática, con su inmensa bancada congresal, desde la sombra, luego de haber perdido las elecciones se propuso ser gobierno a costa de la gobernabilidad y de la democracia. Nunca reconoció el triunfo de PPK a la Presidencia hasta obligarlo a renunciar, saboteo al gobierno destituyendo ministros y gabinetes; coordino, acordó y puso a Vizcarra, el sucesor de PPK, como presidente, lo defendió hasta que se le escapó de las manos y decidió destituirlo; luego procuró destituir a Vizcarra y poner, bajo su mandato, a Mercedes Araos para completar el gobierno, no lo logró y se disolvió el Congreso. En el nuevo Congreso alentó y logró la destitución de Vizcarra. Para Keiko, ni siquiera importó la salud y libertad de su padre, el líder histórico del fujimorismo, a quien regresó a la cárcel luego de haber sido indultado por PPK; a su hermano lo botó de su partido, lo destituyó del congreso y le denunció. Pisotear la legalidad y de todo lo que no le sea favorable es el signo de su pensamiento y de su voluntad política. La imaginación no alcanza para ver lo que habría destruido y hecho con el Perú si ella hubiera sido la presidenta. Felizmente, el soberano es sabio y dios debe ser peruano para habernos liberado de una autoridad como ella. 

El actual proceso electoral que hoy cuestionan sin sustento y procuran enlodarlo, fue de su total aceptación hasta que llegaron a la segunda vuelta, nunca lo objetaron. Más aún, fue su actual aliado y poseso político (Renovación Popular) quien denunció fraude del fujimorismo para evitar que ellos pasaran a la segunda ubicación. El proceso electoral fue valido mientras les fue favorable. En la segunda vuelta, sólo desde que comprobaron que habían perdido ante Pedro Castillo, todo cambio, todo se volvió irregular, todo se tiño de fraude. La primera vuelta fue valida porque ganaron el Ballotage y pasaron a segunda vuelta; ésta en cambio, que también era válida, tiene todo de malo, sólo desde que el día de las elecciones en que se enteraron de su derrota. Si ellos hubieran ganado, todo estaría bien, las elecciones habrían sido limpias y ejemplares, ya estarían en la transferencia, tendrían gabinete y su autoridad sería legítima. La democracia solo es buena si les da la razón, si les da el triunfo, si esta de su lado. De lo contrario nada sirve, sus instituciones y autoridades son malas y están parcializadas, sus elecciones son fraudulentas y los triunfadores no merecen ser reconocidos. 

Esto no es pataleta, es lo mismo de siempre, es la personalidad y sigo autoritario del fujimorismo. Hoy vuelven a revivir su vocación golpista: si la democracia no les sirve, si las elecciones no les son favorables, si no hay nuevas elecciones, si una vacancia no es posible entonces se ufanan de promover y convocar un golpe de estado. Pagan abogados y políticos a discreción, tienen a los medios a su antojo, movilizan gente, financian a su “resistencia”, todo vale para llegar al gobierno y no ir, por denuncias fiscales e investigaciones previas, a la cárcel.

A los políticos y aliados del Fujimorismo, a los grupos de poder económico y sus medios de comunicación y a muchas “personalidades” les duele y molesta el triunfo de un outsider de la élite política nacional y de los grupos de poder económico. Su desprecio y “temor” es mayor cuando además ven que es un campesino de pueblo (“ni siquiera es un productor agrícola”), un rondero “con sombrero y machete”, un “ignorante profesor rural sin nivel alguno” y un dirigente sindical magisterial “comunista y terruco”. Una derrota con otro, como en el caso de PPK, tampoco lo hubieran aceptado, pero no realizarían la campaña de desprecio democrático y de ofensa ciudadana como la hacen hasta ahora. Solo sus votos valen, solo las personas que están de su lado valen. 

Desconocen a Pedro Castillo porque el presidente solo debe salir dentro de ellos. Claman nuevas elecciones en las que vuelvan a participar o golpe de estado en el que puedan ser gobierno sin límites legales ni democráticos. No soportan el color, olor y sabor de un Perú provinciano y rural que les es ancho y ajeno y no está sujeto a su control.

Nunca pierden, hoy por hoy, al constatar que no hay fraude ni habrá nuevas elecciones, muchos aliados de la rival y que se sumaron a su campaña de demolición, conforme su costumbre, ya buscan a Pedro Castillo, tocan su puerta, mandan intermediarios, y se presentan como concertadores. 

Después de la proclamación seguro aumentaran en número, buscarán coparlo, mediatizarlo, manipularlo. Mantendrán la amenaza de vacancia y de golpe de estado. Es clásico su asalto al gobierno del ganador. Son una permanente amenaza y peligro para la gobernabilidad y la democracia.

Tocará al presidente Pedro Castillo, en nuestro bicentenario, librarnos también de esta peste.