ESPAÑA: Crónica de una oportunidad perdida

Por: 

Laura Arroyo Gárate - Desde Madrid

La noche madrileña suele ser muy larga. Ayer fue infinita. Sobre las 8 de la noche, el candidato a ser investido presidente, Pedro Sánchez, llamaba a Pablo Iglesias, para decirle que su última oferta era un punto final en las negociaciones. “Lentejas, o las tomas o las dejas”. Desde ese momento el ambiente se torció. En los medios de comunicación corrían los reportes y cables de agencias y se volvió a la casilla de salida de una negociación que el país daba por hecha y ayer concluía en nada. Todo el país se preguntaba: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El viernes pasado, sobre las 18 horas, Pablo Iglesias hacía un anuncio que removió a todo el país: daba un paso al costado y se disponía a no formar parte del Consejo de Ministros en aras de facilitar la conformación de un gobierno de coalición entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP). Esa mañana, Pedro Sánchez, candidato a ser investido presidente, había puesto a Pablo Iglesias como línea roja y había señalado que él era “el escollo” para llegar a un acuerdo. Las palabras de Sánchez contra Iglesias fueron de grueso calibre y, aun así, el líder de Podemos dio un giro de guion tan inesperado como inédito en el mundo político. Se acabó la batalla por el relato y empezó el juego político real. El PSOE ya no tenía excusas para no sentarse a negociar competencias, ministerios, nombres…

Pero nunca digamos nunca. Durante el fin de semana y hasta el lunes los españoles y españolas daban por seguro que habría acuerdo de gobierno, que este sería liderado por Pedro Sánchez y que Unidas Podemos tendría algunos ministerios. Todo el país apostaba a que este viernes (hoy) tendríamos gobierno. Hasta los más cautos se dejaron seducir por la obviedad. Una vez que Pablo Iglesias salía de la foto al PSOE no le quedaba otra que aceptar. Si algo quedaba en el aire era el tipo de cargos que Unidas Podemos lograría ostentar, pero parecía ser una negociación sencilla. Ya se anticipaba que Unidas Podemos alcanzaría carteras ministeriales en áreas sociales pues algunas semanas antes, también por una exigencia del PSOE, la formación morada renunció a las carteras de Estado. Lo que pedían en contraparte es que las carteras sociales que ocuparan tuvieran las competencias suficientes y la autonomía requerida para implementar políticas y no estar subordinados a otras presiones. 

De la confusión a contener la respiración
Este lunes los y las periodistas ocuparon Carrera de San Jerónimo desde muy temprano. Todos querían tener la foto o el vídeo de la llegada de los y las diputadas al Congreso. Avalancha de cámaras, micrófonos y policías resguardando el recinto. En las casas, en los cafés, en el trabajo y en las redes sociales el sentir era el mismo: en días tendremos gobierno. Un momento histórico pues se trataría del primer gobierno de coalición progresista en España desde la Segunda República. Una especie de anormalidad española que, sin embargo, en los países de la Unión Europea son una norma. España por fin se daba cuenta de que se han acabado los gobiernos de partidos con mayoría absoluta y que el bipartidismo también era pasado. Eran las 12 del mediodía y empezaba el protocolo. El candidato a ser investido presidente subía a la tribuna a enunciar su discurso. No pasaron ni dos minutos y empezamos a contener la respiración...

Hay que decir que el principal error de Pedro Sánchez fue el de la extrema honestidad. Aquel lunes dejó completamente claro que ni él ni su partido quería un gobierno de coalición. Enunció un discurso largo de más de 150 minutos donde sólo dos de ellos fueron destinados a su “socio preferente” Unidas Podemos. Se limitó a decirles que “la historia nos dice que nos pongamos de acuerdo” para, acto seguido repetir el pedido que había hecho una y otra vez desde aquella tribuna: que el Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs) se abstuvieran para permitir su gobierno.

¿Un gobierno de izquierdas que cuente con el apoyo de las derechas en lugar de con el apoyo de las izquierdas? Aunque usted no lo crea. Una abstención de PP y Cs hubiera permitido que en segunda votación (ayer) Pedro Sánchez hubiera sido investido presidente y pudiera cumplir con el que ha sido su sueño desde el 28 de abril: gobernar en solitario. Y a ello se dedicó con empeño durante aquel largo discurso que la ciudadanía escuchaba con lógica confusión. Las derechas rechazaron una a una su petición de abstención a lo cual Pedro Sánchez replicó (también una a una) exigiéndoles responsabilidad política y volviendo a pedirles una abstención. Fue entonces el turno de Pablo Iglesias.

Si algo quedó claro aquel lunes es que al PSOE Iglesias le incomodaba mucho, pero no era su única línea roja. Pablo Iglesias enumeró una a una las razones por las cuales Unidas Podemos quería formar parte del gobierno y también enumeró una a una las propuestas realizadas al PSOE que recibieron un NO rotundo. Fue entonces que quedó claro que había un problema de fondo: Unidas Podemos no quería ser una fuerza política decorativa en un gobierno conjunto. Quería poder implementar políticas y contar con presupuestos para ellas. ¡Vaya! Unidas Podemos quería poder hacer algo. Increíble, impensable y, por parte del PSOE, inaceptable. El retruque entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hacía presagiar una ruptura de negociaciones. Iglesias llegó a decir que “nuestros 3,7 millones de votos merecen respeto”. El aire se enrarecía y el fantasma de nuevas elecciones empezaba a sobrevolar el hemiciclo. Sin embargo, el martes, a la hora de votar, en un gesto de generosidad, Unidas Podemos decide abstenerse en lugar de votar en contra, según ellos mismos “para seguir facilitando las negociaciones”. Vuelta a la mesa de negociaciones. Todavía había esperanza.

Del hemiciclo al plató de televisión
El miércoles fue un día largo, pero sobre todo, lo fue la noche. Los medios de comunicación informaban minuto a minuto de lo único que podían informar pues el secreto estaba a la orden del día: Unidas Podemos y el PSOE sentados en una mesa negociando durante todo el día. Un parón para almorzar y otra vez a negociar. Se esperaba que el jueves hubiera un acuerdo claro tanto en lo programático como en la composición de un gobierno pues, como todos sabemos, importa el qué, pero también el cómo y, por supuesto, el quién. Que no es lo mismo un activista antidesahucios de ministro de vivienda que un abogado de un banco que desahucia. Sobre las 20 horas de la noche llegó la llamada de Pedro Sánchez y con ella el cambio de actitudes: ultimátum, punto final, última propuesta. Y entonces, los medios de comunicación pasaron a ocupar el centro del tablero.

A las 20 horas se produjo la llamada que rompió las negociaciones entre los dos partidos de izquierdas y a las 20:05 ya lo sabía todo el país. Se inició con ello una especie de guerra mediática donde el rigor se puso a la cola y los portavoces del PSOE y de Unidas Podemos hicieron lo que pudieron por explicar las razones del fracaso de un acuerdo. La vicepresidenta en funciones (PSOE) inició una gira mediática que concluiría ayer durante la mañana. No hubo medio de comunicación al que no concediera una entrevista. En todos repetía lo mismo: Podemos quiere controlar el gobierno. Algo difícil de creer sabiendo que, entre otras cosas, Podemos había renunciado a la proporcionalidad de su participación en el gobierno y que Pablo Iglesias ni siquiera formaría parte del mismo. Por parte de Unidas Podemos la batalla era a través de las redes sociales “nos han ofrecido ministerios sin competencias reales”. Iniciaba una nueva batalla por ganar el relato. Ninguno quería ser el malo de la película. 

En medio del tumulto la vicepresidenta comete un error que en un país serio debería costar por lo menos una dimisión: filtra un documento titulado “exigencias de Podemos” para afirmar que lo pedido por la formación morada es inadmisible. Desde Podemos señalan que es una propuesta, no un documento de “exigencias”. Al cabo de unas horas los medios cumplen con su labor y confirman que el documento ha sido alterado por el despacho de la vicepresidencia: cambiaron el título (“Exigencias de Podemos” era una mentira) pero no sólo eso. El contenido también. Olvidaron tener cuidado con los megadatos y los medios pudieron confirmar esta -para no ser tan dura- bajeza democrática.  Al mismo tiempo nos enteramos de otro detalle que sería importante pocas horas después: el PSOE había negado a Unidas Podemos el ministerio de Trabajo pues, en palabras de ellos mismos: “incomodan a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE)”. Vaya, un partido socialista no les incomoda, sino que lo hace Unidas Podemos. Estallan las redes enfadadas: ¿cómo es posible que pese más lo que opina la CEOE que nuestros votos en las urnas? El PSOE estaba desnudo.

Jueves en la mañana: un país despierta sin saber qué ha pasado ni qué pasará. Como diría el analista Enric Juliana en su columna del día: “La política está empezando a ser ilegible para demasiada gente en España”. Nadie termina de entender por qué no había acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos. Un día entero de negociaciones había terminado con filtraciones falsas, documentos que debían ser secretos en las mesas de los informativos y con miembros del PSOE y de Unidas Podemos echándose la culpa unos a otros. Un caos. Un circo. Sería de risa si no fuera tan trágico. El país de referencia en Europa por haber logrado contener a la derecha y la extrema derecha en las urnas el 28 de abril perdía la oportunidad de conseguir un gobierno de coalición de izquierdas.

Pero, aunque algunos quieran creerlo, el relato no lo es todo. Ver desfilar a los portavoces de una y otra formación por los platós de televisión no hizo otra cosa que intoxicar un ambiente de por sí confuso. El PSOE parecía no querer moverse y Unidas Podemos, nuevamente, movió ficha.

‘In extremis’: la última cesión de Pablo Iglesias
Si de algo no se puede acusar a Unidas Podemos, es de no ceder incluso en aquello que su militancia no quería que se cediera. No sólo Pablo Iglesias dio un paso al costado, sino que también renunciaron a asumir carteras de estado y, algunos días después de ello, cedieron nuevamente al renunciar a la proporcionalidad entre votos y cargos de gobierno que debería proporcionarle a Podemos al menos 5 ministerios. La mañana del Jueves, Unidas Podemos presentó una nueva propuesta al PSOE: una vicepresidencia de Derechos Sociales, el Ministerio de Sanidad y Consumo; Ministerio de Trabajo y Ministerio de Ciencia y Universidades. Después de lo que había ofrecido el PSOE en su última oferta de la noche, era algo perfectamente asumible. Pero desde el PSOE la respuesta no tardó ni cinco minutos: “NO”.

Llegamos así al Congreso de los Diputados. Subió Pedro Sánchez a la tribuna y se dedicó a echarle la culpa a Pablo Iglesias de la falta de acuerdo, de las filtraciones a la prensa y, si hubiera podido, hasta de la ola de calor que asola Europa. Pablo Iglesias subió también y le pidió que reflexionara sobre si alguna vez les había tratado con un mínimo de respeto. Llegados a este punto confieso que lo único claro es que la humillación por parte del PSOE a su “socio” de gobierno había sido lo usual en las negociaciones. Pero Iglesias tenía un as bajo la manga. En un último giro de guion, esta vez ‘in extremis’ y sin la privacidad y secretismo de las negociaciones, anuncia desde la tribuna del Congreso de Diputados que Unidas Podemos renunciaba al Ministerio de Trabajo si, en contraparte, se les permitía asumir las competencias en el área de creación de políticas activas de empleo. El hemiciclo estalla entre aplausos, gritos y desconcierto. Pedro Sánchez mira hacia el suelo, la vicepresidenta no sabe dónde enfocar la mirada, hay movimiento en la bancada socialista y en la de Unidas Podemos. Parece que se lo van a pensar. Desde Izquierda Unida se pide que se aplace la votación para que el PSOE pueda estudiar este último ofrecimiento/renuncia de Unidas Podemos. Sánchez duda (por dos minutos) y se vuelve a atornillar en el escaño: la respuesta siempre es NO. Consta en las actas de quienes tenemos la suerte de estar físicamente presentes que dentro del mismo PSOE hubo movimientos para que se aceptara, o al menos considerara, el último ofrecimiento de Iglesias. Pero Pedro Sánchez, que ha hecho de la terquedad virtud, nunca se movió del NO. 

Y se votó. Y se perdió. El mismo Pedro Sánchez que entró el lunes con 124 votos a favor de su investidura, salió el jueves con el mismo número de votos a favor. Fue incapaz de conseguir ni un sólo voto más. Y con ello quedó en evidencia la falta de manejo político, de capacidad de llegar a acuerdos y de estar a la altura del momento político que atraviesa España. Las tres derechas (incluida la ultraderecha de VOX) sonreían con todo el cuerpo. Desde el PSOE se sentían derrotados pero también confundidos. No había consenso en la forma en que esta derrota llegaba a sus filas. Desde Unidas Podemos, lo mismo. En esta batalla habían perdido todos. Pero incluso cuando todos pierden, algunos ganan. 

Y así fue como en cuatro días un país que contuvo la respiración terminó por ahogarse. La oportunidad de un gobierno de coalición progresista quedó, de momento, aplazada hasta septiembre, pero reiniciar las negociaciones con todo el ruido que estos días han ocasionado será un trabajo delicado y frágil. En Septiembre podría darse una nueva votación de investidura que, tal vez, pudiera terminar en un acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos, pero lo cierto es que hoy, 26 de julio, imaginarnos una mesa conjunta entre ambos parece muy difícil.

La política, sin embargo, es el arte de hacer lo imposible. Podemos lo sabe bien y en carne propia. Tal vez, quién sabe, en septiembre tengamos un acuerdo si el PSOE tiene las agallas de ceder. Hasta hace cuatro horas esto parecía imposible, pero hace menos de una, Pedro Sánchez ha confirmado en televisión nacional que todavía podemos evitar una repetición de elecciones. La batalla del relato ha vuelto a entrar en escena y los tonos van bajando el endurecimiento de las últimas horas.

Tal vez -¿quién sabe?- esta no sea, del todo, una oportunidad perdida.
Tal vez sí se le pueda hacer caso a lo que votaron millones de españoles y españolas el 28 de abril: gobierno de coalición y de izquierdas.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta se hace para comprobar que es usted es o no una persona real e impedir el envío automatizado de mensajes basura.
Image CAPTCHA
Enter the characters shown in the image.