De “El Capital” de Marx a la Democracia Republicana.

Por: 

Félix Jiménez

En el segundo centenario de su nacimiento

Este texto forma parte de la presentación del autor en el conversatorio “El Capital de Marx hoy”, organizado en el mes de mayo por la Facultad de Filosofía de la PUCP y el Instituto Goethe.

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Voy a dividir esta presentación en tres partes: Primero, describiré mi encuentro con los escritos de Marx y adónde me condujo. Segundo, mencionaré algunas críticas a sus planteamientos más importantes, y por último, concluiré mencionando cuál sería el contenido de un ideario político-filosófico partiendo de un Marx partidario de la Democracia con emancipación.

Mi encuentro
Debo decir que empecé a leer a Marx desde muy joven y que fui impactado por sus Manuscritos de 1844 y por sus poemas a Jenny von Westphalen compuestos antes de su casamiento de 1843: “Amor es Jenny, Jenny es el nombre del amor”, decía Marx; “Toma estos cantos / en los que todo es melodía, / alberga este amor que, humilde, a tus pies se postra”.

Después me topé con Marx y su concepto del hombre, obra escrita por Erich Fromm inspirada en los Manuscritos, y en el que señala que, según Marx, el espíritu de independencia caracteriza la naturaleza del hombre. Este libro de Fromm termina con la interesante entrevista a Marx que le hace su hija Eleanor. Marx no era Marxista y nada humano le era ajeno, según dicha entrevista.

Después leí otros libros, varios de ellos escritos con Federico Engels como: La sagrada Familia (o critica de la crítica crítica), La ideología Alemana, El Manifiesto Comunista, y Salario, Precio y Ganancia, que fue el discurso pronunciado en 1865 criticando a John Weston de la AIT.

Debo decir, sin embargo, que empecé una lectura sistemática de El Capital, sus Borradores (Grundrisse) y otros trabajos de Marx, recién a comienzos de la década de 1970 en el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales que dirigía Aníbal Quijano y en el que también participaba Guillermo Rochabrún. 

Luego continué con este tipo de lectura en México. En esa misma década, cuando hacía mi maestría en economía en El Colegio de México, conocí a Carlos Roces y a su padre Wenceslao, el que tradujo El Capital y que publicó el Fondo de Cultura Económica. Carlos fue mi profesor de Teoría Económica y después mi asesor de tesis. Me gradué de Magister en Economía con la tesis titulada Marx y Wicksell: dos concepciones sobre el valor, los precios y la distribución.

Debo mencionar, por último, a manera de homenaje, a José Arico (Pancho, para sus amigos) —que trabajaba en la Editorial Siglo XXI de México—, autor del libro Marx y América Latina. Él tuvo la paciencia de leer algunos capítulos de mi tesis y fui favorecido con una vasta bibliografía inédita en
español que él solía proporcionarme.

Varias lecturas y relecturas posteriores como las de los autores Polanyi, Keynes, Kaldor, Kalecki, Sraffa, Skidelsky, Acemoglu, Jeffrey Wiliamson; mis relecturas de Smith y Ricardo, y de varios teóricos del subdesarrollo y la dependencia, de Giovanni Arrighi —el autor del importante libro Adam Smith en Pekín. Orígenes y fundamentos del siglo XXI—, de Todorov y de algunos teóricos de la escuela de Cambridge sobre el Republicanismo (Pocock, Skinner y Petit), hicieron que Marx pasara a un segundo plano en mis reflexiones teóricas y políticas. 

No obstante lo anterior, leyendo el libro de Derrida —cuyo título inspira este conversatorio— caigo en la cuenta que efectivamente hay un «Un fantasma (que) no muere jamás, (que) siempre está por aparecer y por (re)aparecer».  

Este es el fantasma del Marx crítico y del ciudadano en acción que buscaba un mundo mejor y más justo. Es el fantasma capaz de autocrítica y abierto —dice Derrida—«a su propia transformación, a su reevaluación y a su auto reinterpretación». 

Con la audacia que me genera esta afirmación de Derrida intentaré primero pergeñar una crítica al pensamiento de Marx y luego, también siguiendo las sugerencias de Derrida, propondré el contenido de un ideario político alternativo. No aludiré en absoluto al heterogéneo marxismo, recordando que el propio Marx se declaraba «no ser un marxista».

Mis críticas
1) Para Marx, el Capital es una relación social de explotación de la clase obrera por la clase capitalista, de valorización en el sentido de extracción de la mayor cantidad posible de excedente. «El capital produce esencialmente capital, y lo hace así en tanto que produce valor excedente». 

De esta formidable explicación de la explotación de los trabajadores, Marx pasa a afirmar que el capital y el capitalismo, son el resultado inexorable del desarrollo de las fuerzas productivas. «No son los artículos elaborados — dice Marx—, sino cómo fueron elaborados y con qué instrumentos, lo que nos permite distinguir diferentes épocas económicas. Los instrumentos de trabajo no solamente ofrecen un estándar del grado de desarrollo que el trabajo humano logra, sino que también son indicadores de las condiciones sociales por las que el trabajo es llevado a cabo».  

Hay, por consiguiente —según Marx— una ley inexorable en la historia, una «fatalidad histórica», que condujo al capitalismo y que nos conducirá al socialismo.  

La contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción anuncia, en determinado momento de la historia, el cambio hacia un nuevo modo de producción. El ser determina la conciencia. Este es un determinismo ciertamente criticable.

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