Un contralor que nace muerto

El nombramiento al caballazo de Fuad Khoury como Contralor General de la República por el Congreso no soluciona sino que agrava la situación de descabezamiento de una institución fundamental para la democracia peruana. Que apristas, fujimoristas y Unidad Nacional se hayan negado no sólo a nombrar una Comisión Evaluadora para ver la candidatura, sino, peor aún, siquiera a invitar al señor Khoury a la Comisión Permanente del Congreso para interrogarlo, revela la voluntad de esta mayoría parlamentaria de renunciar a su papel fiscalizador en el tema y allanarse a los deseos del Poder Ejecutivo.

La derecha y los medios que controla, manejados desde Palacio, han soltado la especie en las últimas semanas que “un grupo de congresistas incapaces” bloqueaban por gusto la designación de un nuevo Contralor poniendo requisitos sin sentido. Este trabajo mediático previo es el que ha abierto camino a la imposición de la mayoría señalada, violando los procedimientos que se habían seguido en ocasiones anteriores.
 
Se evita así debatir el problema de fondo que es la negativa del Presidente de la República a cumplir su promesa electoral de que el Contralor debiera nombrarlo la oposición. Pero, como a los principales grupos de oposición el Presidente los califica de “anti sistema”, insiste en desconocerlos y continuamente busca invisibilizarlos, se ha olvidado de su promesa. Peor aún, dejada de lado la promesa electoral se ha negado también a buscar el consenso, pidiéndoles opinión solo a los grupos de derecha e ignorando a los demás.
 
Por ello, el celo de los congresistas no oficialistas en la evaluación de los candidatos presentados por el gobierno.
 
Las consecuencias de esta acción gubernamental son enormes. Antes que nada, le quitan legitimidad al nuevo Contralor. El Señor Fuad Khoury al ostentar un nombramiento políticamente viciado en su origen, carece de la autoridad para ejercer como Contralor General de la República. Es más, la falta de legitimidad lo hace un vasallo de Alan García y su círculo de íntimos, dependiendo su vida en el cargo de la voluntad de los mismos. Así ¿quién le va a creer lo que diga o haga? Nadie que no esté comprometido con el poder de turno. Ah, ¿y la Contraloría? Bien gracias.

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