Aumento de salarios para enfrentar la crisis

Por: 

Carlos Bedoya

Estoy de acuerdo con los economistas que no ven en las remuneraciones tan solo un costo de producción, sino que las ubican principalmente como factor de demanda, es decir como un motor de la economía.

Félix Jiménez, Germán Alarco y otros muchos economistas que piensan y que asesoraron a Humala antes de que quede preso de la Confiep, sostienen que elevar el salario mínimo por ejemplo, además de ser clave en el tema de la distribución del ingreso en el Perú, es más que pertinente en un contexto de desaceleración económica como el que atravesamos en la actualidad.

Y si bien, las cuentas externas nacionales presentan preocupantes déficits, como es el caso de la cuenta corriente que bordea un rojo del tamaño del 5 por ciento del PBI (para muchos preocupa que un aumento de las remuneraciones se vaya directo a incrementar ese hueco debido a que en el Perú consumir es igual a importar) urge compensar la crisis en la demanda externa (caída de precios de los metales, reducción de importaciones no tradicionales, apreciación galopante del dólar, etc.) con la elevación del poder adquisitivo de la población, además de una política agresiva de inversión pública. Lo que sí, es clave hacer algo con el nivel de importaciones que supera en 1.5 veces a todo lo que se produce en el país, incluyendo manufacturas y agricultura. En este escenario suscribir más acuerdos de libre comercio como el TPP (TransPacific Parnertship) es una reverenda estupidez.

Volviendo a los salarios, además de que su suba contribuye a una reactivación económica, el efecto en la política sería fundamental para un gobierno como el de Humala que necesita mucho más oxigeno que un paciente con fibrosis pulmonar avanzada. Llevar la remuneración mínima vital a 900 soles para empezar y establecer a partir de allí un mecanismo periódico de ajuste salarial que genere predictibilidad tanto para empresarios como para trabajadores, sería muy efectivo para evitar una crisis social en un país tan descompuesto como éste.

Sin embargo, los voceros de la angurria empresarial, de esa visión cortoplacista y ambiciosa, que copan los medios de la prensa concentrada, saltan al cuello cada vez que se habla de elevar los salarios. Bastó que se deslice la posibilidad de un reajuste salarial de parte del Ejecutivo para que empiece una campaña –con los mismos argumentos de siempre, el cuento de la informalidad, bla, bla, bla- que nuevamente se tumbó la posibilidad del aumento ahora mismo. Ya  lograron patear el debate en la CNT hasta el otro mes, aludiendo la falta de estudios técnicos. Lo que se quiere es acabar con el ánimo que originó la irrupción del movimiento pulpín a inicios de año cuando puso en agenda del gobierno temas como el de las remuneraciones.

Si se continúa con la política de bajos salarios no habrá reactivación económica y el Perú seguirá siendo un país de misios, donde –en palabra de Germán Alarco- unos pocos imponen políticas a todos.

Publicado en Diario Uno  17 Mayo 2015

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