Andrés Arauz: el retorno de un correísmo remozado en Ecuador

Por: 

Carlos Bedoya

Las elecciones generales del 7 de febrero en Ecuador pueden generar un giro político no solo para nuestro vecino del norte, sino para todo el hemisferio. Si Andrés Arauz, candidato del correísmo que postula a la presidencia por el frente “Unión por la Esperanza” gana en primera vuelta, además de remover la política ecuatoriana generará impactos geopolíticos.

Para comenzar, que gane la izquierda realmente existente en Ecuador sería sin duda un empuje a la candidatura izquierdista de la peruana Verónika Mendoza que en abril disputa entrar a la segunda vuelta presidencial. Más aún una posible victoria de Arauz, que se inscribe en una nueva ola de fuerzas progresistas que aspiran gobernar la región, sería un golpe duro y casi tiro de gracia para el alicaído Grupo de Lima.

De hecho, en tal caso, sería la primera prueba para la administración Biden en las relaciones con América Latina. Arauz rompería el reciente acuerdo que el gobierno ecuatoriano ha suscrito con la Corporación de Desarrollo Financiero de Estados Unidos (DFC por sus siglas en inglés), que a cambio de 3 mil 500 millones de dólares obliga al Ecuador a privatizar sus activos petroleros y de infraestructura y le prohíbe adquirir tecnología china. 

Arauz quiere relanzar junto a Alberto Fernández, mandatario de Argentina y a Luis Arce de Bolivia, la integración suramericana. En Ecuador está aún el edificio sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que construyera el gobierno de Rafael Correa, y que el actual gobierno ecuatoriano ha querido hasta demoler. La victoria de Arauz podría ser el inicio del renacimiento de la Unasur y el rescate de la cadena televisiva Telesur, tan importante en la guerra mediática contra la ofensiva de la derecha latinoamericana.

A la interna, Arauz tiende puentes hacia el feminismo, el ecologismo y los pueblos indígenas, tres aspectos que fueron el Talón de Aquiles del expresidente Correa. Su triunfo significaría un ajuste de cuentas a la traición del actual presidente Lenin Moreno, revirtiendo la contra reforma de los últimos cuatro años. Moreno que fue el electo presidente en 2017 representando al correísmo, se pasó casi de inmediato al campo de la derecha política pasando a representar los intereses del poder financiero ecuatoriano y virando 180 grados la política exterior ecuatoriana de un integracionismo regional a una grosera política pro Washington. No solo eso, desató también una persecución tenaz contra sus excompañeros de partido, muchos de los cuales tuvieron que asilarse. Basta mirar al propio Rafael Correa que no puede volver a su país so pena de ser encarcelado por un poder judicial controlado por el gobierno que él mismo ayudó a elegir.

Pero ¿quién es Andrés Arauz?, ¿está más a la izquierda que Correa?

Hasta el inicio de la campaña electoral, mucha gente en Ecuador no conocía Arauz a pesar de haber sido ministro coordinador de Conocimiento y Talento Humano de ese país por más de dos años (2015-2017) durante el gobierno de la Revolución Ciudadana de Rafael Correa.

Arauz, antes de ser ministro fue también Director General Bancario (2011-2013) del Banco Central del Ecuador (BCE), por cierto, el más joven de la historia de la banca central de ese país.

Para muchos, Arauz es un economista que se ha ido izquierdizando a gran velocidad desde que en 2007 ingresó como asesor del ministerio de Coordinación de la Política Económica, cuando era ministro el reconocido economista Pedro Páez, uno de sus principales mentores. Arauz fue uno de los diseñadores del Banco del Sur y de la nueva arquitectura financiera regional que Correa impulsó junto a varios gobiernos progresistas, pero que los cambios en la correlación de fuerza en la región no permitieron que vea la luz. 

Algunos dicen que Arauz era una especie de Chicago Boys nada más porque estudió economía y matemáticas en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Si lo fue en algún momento, de eso queda nada. Arauz tiene una visión económica progresista, totalmente opuesta al liberalismo. Se formó políticamente al compás de la Revolución Ciudadana cuando entró al gobierno de Correa ni bien terminó sus estudios universitarios con tan solo 23 años de edad. Además de Páez, su otro mentor fue el propio Rafael Correa.

Ya en la función pública, Arauz se tituló y concluyó además una maestría en Economía del Desarrollo en la prestigiosa Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Luego de la traición de Moreno, migró a México donde realizó un doctorado en Economía Financiera por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Pero nunca paró de hacer política. Ha sido uno de los correistas en el exilio más activos en la oposición al gobierno de Moreno desde la confrontación de ideas económicas, pero en su caso en alianza con organizaciones sociales y de la sociedad civil ecuatoriana y regional. Una de sus principales contribuciones en este campo ha sido el Observatorio de la Dolarización

Por ello es natural que sea el candidato a la presidencia, porque se posicionó como un contradictor de las prácticas de los banqueros ecuatorianos y de las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Arauz ha innovado con mecanismos heterodoxos en la gestión de las finanzas públicas, por ejemplo, cuando participó en el diseño de un uso novedoso de los Derechos Especiales de Giro (DEG) que en 2009 el FMI entregó a todos los países del mundo para enfrentar la crisis financiera de los sub prime. Con los DEGs se financió el presupuesto público sin que el Estado ecuatoriano contraiga deuda. De hecho, una de sus principales propuestas de campaña es repatriar todos los fondos del BCE que están en Suiza a fin de ser utilizados en el combate de la crisis económica agudizada por la pandemia. No quiere recurrir al financiamiento externo desmedido. 

Arauz es muy solvente para discutir sobre este tema porque también fue un actor clave en resolver la crisis económica ecuatoriana del 2015-2016. En esos dos años sucedieron varias cosas que provocaron algo jamás visto en el Ecuador; se perdieron más 16 mil millones de dólares por varios shocks externos: 1) el terremoto que azotó la costa; 2) los laudos arbitrales desfavorables en los casos Texaco y Occidental Petroleum (Oxy); y 3) el desplome de los precios del petróleo y de los commodities en general. Algo que el propio Rafael Correa llamó la Tormenta Perfecta.

Arauz fue uno de los gestores de una política económica heterodoxa que al igual que en 2009 con los DEGs, permitió que el BCE financie al Estado ecuatoriano evitando una espiral de deuda externa. Claro que en esto se juegan cosas como la autonomía de la banca central (que en el Perú es sacrosanta y que su sola puesta en cuestión hace que revivan los fantasmas de la hiper inflación de Alan García I, asustando no solo a los neoliberales sino a los muchos economistas de izquierda).

Arauz es un poskeynesiano de verdad. Junto a un círculo de otros jóvenes economistas ecuatorianos como Nicolas Oliva o Sebastián Carvajal han constituido una nueva corriente de pensamiento económico que dialoga con las ideas del griego Yanis Varoufakis, el argentino Axel Kicillof, y los norteamericanos Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, etc.

Se trata de un debate incipiente en América Latina incluso en las experiencias de los gobiernos progresistas. Me refiero a cosas como una teoría monetaria contracorriente para economías que no tienen el señoreaje de Estados Unidos, Gran Bretaña o aquellos países que pueden emitir moneda como les da la gana sin que les amenace la hiperinflación. De hecho, los bancos crean dinero de la nada todo el tiempo, pero claro cuidadito que los países del tercer mundo se les ocurra financiar sus déficits de maneras creativas sin sobre endeudarse. Eso no les está permitido.

Estos jóvenes economistas ecuatorianos citados, donde destaca Arauz, cuestionan estas ideas y tienen la costumbre de discutir en el espacio del Observatorio de la Dolarización los días lunes sobre innovación de la teoría monetaria. Este debate que en Ecuador surge de la experiencia del gobierno de Correa, se da a nivel académico en Argentina y México, pero hasta ahí nomás.

Lo interesante es que desde ese lugar Arauz ha polarizado contra el banquero Guillermo Lasso, también candidato presidencial, y contra el poder financiero ecuatoriano en general. De un lado, la élite de las finanzas y del otro, un pensador heterodoxo sólido. Esta polarización ha funcionado muy bien para Arauz, quien además de la experiencia en política pública, orienta su discurso a las microfinanzas de las Cooperativas de Ahorro y Crédito el sector de la economía popular y solidaria. Desde allí contradice a los banqueros y al FMI. Y ojo, en 2019 la enorme movilización popular contra el gobierno lideradas por bases indígenas y jóvenes tuvo como uno de sus centros la oposición a las políticas de austeridad del Fondo apoyadas por Moreno, Lasso y el resto de la élite financiera ecuatoriana.

Los pilares de la economía heterodoxa de Arauz no son necesariamente marxistas. Si bien giran en torno a la crítica de la financiarización de las sociedades entendiendo a la economía como una relación social, aterriza en propuestas muy concretas. A diferencia de la crítica estructural marxista que tiene dificultades en volverse estratégica, Arauz llega a plantear políticas económicas realizables que tienen en su centro al sistema monetario. Por ejemplo, propone combinar la función de encaje bancario (limitado) del BCE con una condicionalidad de no fugar capitales, porque va a inyectar esos recursos a la economía ecuatoriana. Así suene a herejía ya lo hizo en el pasado. Es complejo y super polémico. Ni la academia ecuatoriana, ni mucho menos la peruana, están listas para entrar en un debate de este tipo, ni quieren hacerlo por el momento.

En esta línea de obtención de recursos, Arauz ha propuesto entregar un subsidio de mil dólares a un millón de familias en la primera semana de su gobierno para enfrentar la pandemia. De igual modo, plantea reestructurar toda la deuda de consumo y de servicios del total de las familias ecuatorianas.

¿Ganará en primera vuelta?

De las once encuestadoras que hay en el Ecuador, a excepción de Cedatos (vinculada a Lasso y un caso de peculado bancario), diez ubican a Arauz en primer lugar raspando el 40 por ciento. En Ecuador al igual que en Argentina y Bolivia se puede ganar la presidencia en primera vuelta superando el 40 por ciento y desplegando una ventaja de 10 puntos respecto a la candidatura que se ubique en segundo.

Lasso le sigue a Arauz apenas superando el 20 por ciento. En tercer lugar, se ubica Yaku Pérez, el candidato de la institucionalidad indígena partidaria (Pachakutik) que no cuenta con el apoyo de las bases indígenas de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) cuyo candidato natural para esta elección debió ser Leónidas Iza, líder de las movilizaciones de octubre del 2019. Más bien las movilizaciones fueron duramente criticadas por Yaku Pérez. Por eso, muchos al interior de la Conaie ven con mejores ojos a Arauz. Peor aún, Pérez comparte con Lasso su anticorreismo e incluso estaría de acuerdo con un TLC con Estados Unidos.

Si bien estos tres candidatos: Andrés Arauz, el banquero Lasso y Yaku Pérez son los que disputan la presidencia, Arauz tiene marcadamente la ventaja. No obstante, en un escenario de segunda vuelta le conviene más pasar con Lasso que con Pérez, a fin de mantener la polarización con los banqueros y no enfrentar un bloque anticorreista unido.

Los estrategas de Arauz confían en que un voto oculto se manifieste por Arauz en las urnas de la primera vuelta, así como pasó en Bolivia con Luis Arce.

Con todo, la alternativa más interesante en momentos de pandemia es la de Arauz. A Lasso, además de ser la cara de la élite banquera del Ecuador, se le ve vinculado a Moreno, que tienen un rechazo popular enorme expresado en una aprobación de gestión de apenas un dígito. Yaku Pérez, que como dijimos no cuenta con el respaldo de las comunidades indígenas que protagonizaron octubre 2019, ni de la Conaie, tiene propuestas que no se pueden catalogar como de cambio. Propone bajar impuestos al capital, eliminar instituciones públicas y favorecer relaciones con Estados Unidos. Una agenda que podemos catalogar en el campo de la responsabilidad neoliberal a excepción de su anti extractivismo. Además, su campaña se está volviendo errática. A falta de conocimiento sobre macroeconomía y política exterior que lo haría presa fácil de las élites, ha empezado a caer en bailes y payasadas vía TikTok en un contexto donde la población ecuatoriana al igual que en otros países está siendo diezmada por la pandemia.

Por eso la recta final parece poner la balanza a favor de Andrés Arauz, quien hace unos días tuvo un encuentro “casual” con el presidente de la Conaie, el líder indígena del pueblo Achuar, Jaime Vargas. La tendencia electoral de Arauz es de asenso mientras que la de Lasso es de caída. Y si bien Pérez también tiene una tendencia ascendente, no le alanzaría para una segunda vuelta, aunque todo esto es terreno de especulación.

Lo cierto es que la derecha ecuatoriana está muy asustada. De ahí que ha empezado a recurrir a la guerra sucia. Vía la conocida revista colombiana de derechas “Semana” han soltado una supuesta “bomba” hace un par de días, donde se desliza - sin pruebas - que Arauz habría recibido financiamiento de la guerrilla del ELN. Este tipo de psicosociales son poco creíbles y tardíos, aunque plantean un riesgo de que una Justicia controlada por Lenin Moreno pueda sacar a Arauz de carrera en la última semana (lo cual es descabellado) o vaya calentando motores para una desestabilización al inicio de su gobierno.

Finalmente, Arauz a diferencia de Correa se distancia del desarrollismo en su oferta electoral y abraza la igualdad de género. Habla de economía circular, minería inversa, transición energética y feminismo. En este último tema, critica al patriarcado instalado y plantea un sistema de cuidados tomando como ejemplo el existente en Uruguay. Arauz ha dicho que va a entregar los mil dólares de la primera semana de su gestión al millón de familias vía las mujeres como reconocimiento de su trabajo no remunerado y a su esfuerzo en la pandemia. Así, un correísmo remozado parece retornar al Ecuador. Veremos.

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