Amenaza contra la integración

En Otra Mirada hemos señalado en más de una oportunidad la arremetida de un sector de la derecha que busca separar al presidente Ollanta Humala de todos aquellos que lo acompañaron durante la campaña electoral para así, cooptarlo con facilidad. De esta manera, lograrían hacer primar su propia agenda que ha demostrado, a lo largo de los años, beneficiar a este minúsculo grupo y mantener (sino aumentar) las brechas y la desigualdad en el país. Como parte de esta arremetida, llaman la atención peligrosamente las declaraciones de una congresista de derecha cuando muestra su rechazo, con poco disimulo, a la labor de UNASUR, con lo cual le resta  importancia.

En un momento en que la región crece sostenidamente y que nos encontramos atravesando una crisis económica mundial imposible de pasar por alto, la integración del sur se hace no sólo fundamental, sino oportuna. Como señalan diversos especialistas, no sabemos cuándo habrá otra oportunidad de este tipo para América del Sur. Sin embargo, la misma congresista, como parte de este sector de la derecha que sólo tiene frases halagadoras para la ineficiencia del mercado, pone en la mesa, de manera irresponsable, la posibilidad de repensar una integración que es necesaria. Y lo hace amparándose en declaraciones fuera de contexto y además el episodio del ex embajador en Argentina, Nicolás Lynch, caso sobre el cual hemos señalado ya, hay una intencionalidad política notoria.

El gran problema respecto a UNASUR no es la representación oficial desempeñada por Salomón Lerner G. ni mucho menos se trata de un “premio consuelo”. Estos argumentos no hacen sino evidenciar el desconocimiento mayúsculo o, peor aún, la intención manipuladora y falaz de este sector de la derecha respecto a este bloque regional. El gran problema de UNASUR reside en la falta de una posición política clara nacional respecto del bloque en el cual ostenta la presidencia pro témpore. Esto representa una desventaja para la integración que debiera ya encontrarse en agenda. Lamentablemente, en política exterior nuestro país no tiene una visión, sino una serie de parcelas como señalamos en una editorial anterior. En buena cuenta, lo que ocurre es que nuestra “política exterior” es una suerte de varias “políticas” lo que hace que esté fragmentada y sin un sólido y bien definido norte, ni una única mirada respecto de la integración regional.

La intención de un bloque como UNASUR es constituir un espacio colectivo con voz fuerte frente a los problemas que ha traído consigo el actual modelo de desarrollo que, a todas luces, ha enfatizado brechas y fomentado un crecimiento desigual. En buena cuenta, no es necesario un contexto de crisis para mirar la posibilidad de la integración de la región pero, en este caso, es una excusa válida. Siendo una región con demandas particulares, pero también grandes deudas homogéneas, ¿cómo es posible que no hayamos podido ser capaces de unirnos en temas referidos a la salud, la nutrición, la educación, etc.?

Las declaraciones de la legisladora, en este contexto, constituyen una alarma a considerar toda vez que el discurso de la derecha busca mantenerse en todos los espacios y se afianza en excusas con el objetivo de aislar, en este caso, al país de una integración que resulta beneficiosa para todos los peruanos. Claro, esto implica repensar el modelo de desarrollo y, por ello, tiemblan los representantes de los sectores de la sociedad que se vienen beneficiando de él.

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