Alan García: un camino tantas veces recorrido

Alan García ha pasado de la defensa al ataque en un intento por posicionarse para las elecciones del 2016. Su candidatura está fuera de toda discusión tanto al interior de su partido como fuera de él. En lo que resta del año lo veremos intentando levantar el 11% de intención de voto que le otorgan las encuestas. La pregunta es cuáles serán sus siguientes pasos, si estos obedecerán a una estrategia nueva o si serán un calco de lo que pasó hace diez años. Todo apunta a que se inclinará por lo segundo.

En una reciente entrevista a El Comercio, García daba muestras del amasijo de ideas que hoy defiende. Pese a que lanza mensajes de confianza para el empresariado, como cuando afirma que su lema es “invertir y dejar invertir”, a continuación refiere que su verdadero frente social son los dirigentes de los asentimientos humanos. Al mismo tiempo, rechaza la Ley Pulpín aunque, a diferencia de lo que mueve a las mayorías, solo la atribuya al estancamiento económico.

“García se ha dado cuenta de que no puede seguir las mismas recomendaciones del perro del hortelano y por eso ahora quiere desempolvar su vieja tradición de centroizquierda”, comenta el analista político Carlos Tapia, para quien el espacio dejado por partidos como el nacionalista va a ser aprovechado no solo por García sino por otros actores políticos, a no ser que algo nuevo se engendre en la izquierda peruana. “Todos se han dado cuenta que hay un espacio ahí”, señala.

Las últimas apariciones de García lo muestran, además, más agresivo con el gobierno. “Cajero conyugal” es el último término acuñado por este para asociar a la pareja presidencial con Martín Belaunde Lossio. “Es inevitable desligar la ofensiva aprista contra este gobierno de las aspiraciones políticas de García. La intención es crear un escenario en el que los casos de corrupción de su propio gobierno queden a la sombra de los actuales”, opina Fernando Tuesta, analista político de la PUCP.

No es la primera vez que García apela al discurso contradictorio y al ataque certero contra un presidente como medio para llegar al poder. Durante el gobierno de Alejandro Toledo, García promovió la vacancia presidencial por incapacidad moral a través del congresista Jorge del Castillo, quien casualmente ha reaparecido por estos días denunciando al gobierno por un presunto reglaje. Aunque la iniciativa no prosperó, sí que logró poner en aprietos al gobierno, tal y como ocurre ahora con Humala.

En cuanto a su discurso acomodaticio, en el 2006 García se ubicó en medio de Lourdes Flores, “la candidata de los ricos” y Ollanta Humala, “el candidato del chavismo”. Se presentó como el candidato que respetaría el TLC con los Estados Unidos y que a la vez acabaría con las services. Por supuesto, una vez dentro del gobierno, tiró por la borda sus promesas y se dedicó a administrar la momentánea bonanza económica codo a codo con la Confiep.

Pero para agudizar aun más los parecidos, en vísperas de aquellas elecciones, el Apra buscó formar un frente social integrado por distintas fuerzas políticas. Jorge del Castillo y el propio Alan García hablan ahora de un frente amplio integrado, entre otros, por el Partido Popular Cristiano. De no darse esta posibilidad, el dirigente aprista Javier Barreda adelantó hace unos meses que había interés de formar una alianza con Solidaridad Nacional y Chim Pum Callao.

Tentar la presidencia con una receta utilizada diez años atrás no es ningún riesgo en un país sin memoria. Nadie lo sabe más que el propio Alan García. Su astucia política esta vez podría auparlo en el poder al lado de los no menos cuestionados Luis Castañeda y Àlex Kouri, posicionado en el centroizquierda y con el apoyo de los poderes económicos. Total, de grandes contradicciones está hecha nuestra política. ¿Se lo permitirán?

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