¿Hay voluntad de diálogo?

Mientras que el gobierno aprista busca en el extranjero las motivaciones de la mayoría de conflictos en el país, Rolando Luque, adjunto para la prevención de conflictos sociales de la Defensoría del Pueblo, afirma que el motivo de las protestas es real y concreto pues las razones para protestar existen y pese a que estas han sido expuestas aún carecen de respuesta¹.
Como consecuencia de la teoría del complot internacional publicitada por el actual gobierno vemos la pérdida de liderazgo del Ejecutivo, evidenciada en la pérdida de credibilidad de las Mesas de Diálogo, gran mayoría de estas constituidas luego de estallados los conflictos. Esto genera un contexto que no propicia un espacio de consenso, sino la radicalización en las exigencias de la población. Por otra parte, los equipos negociadores que participan en el diálogo no cuentan, en muchos casos, con las facultades para satisfacer los pliegos de reclamos de los actores en protesta.
Sin embargo, más allá de la insuficiencia de las Mesas de Diálogo como solución de conflictos sociales, es necesario y urgente que el gobierno vea en los participantes de la protesta a actores válidos, en lugar de agitadores y/o conspiradores. El caso de Santiago Manuin, importante dirigente awajún que recibió una ráfaga de ametralladora AKM en el estómago y que fue detenido en un hospital de la ciudad de Chiclayo luego de este suceso, evidencia el menosprecio hacia los ciudadanos que protestan. Si a ello le sumamos la orden de captura a 4 dirigentes de AIDESEP y la maniobra gubernamental de crear una falsa junta directiva de esta asociación² notamos que las intenciones por dialogar, de parte de las autoridades, son nulas. Recordemos que similar maniobra de crear una dirigencia paralela ya la ha llevado a cabo el gobierno en el caso del gremio de Construcción Civil.
Pero, además de la insuficiencia de las Mesas de Diálogo como solución de conflictos sociales, otro tema crucial es la lentitud con la cual el Estado actúa frente a los mismos. Luque afirma que si bien el Estado recién va entendiendo la importancia de la velocidad tanto en la comprensión y análisis del conflicto como en el plan de intervención en los conflictos, el avance es aún lento. En ese sentido, alarma que el 86% de los procesos de diálogo se hayan iniciado luego de la violencia. Del mismo modo, Víctor Caballero (2009) enfatiza que la prolongación en el tiempo de estos conflictos sumados al aislamiento o la distancia de muchos de ellos, han hecho que en algunos casos se adopten medidas de violencia extrema que han tornado inmanejable los diálogos³.
¿Qué hacer entonces cuando la Defensoría del Pueblo afirma que en junio de este año se ha duplicado la cifra de conflictos sociales (273) en comparación con junio del año pasado (137) y se prevé que, en vista de que el próximo año será un año electoral, la cifra aumente? Por ello señalamos que frente a la acumulación de conflictos es inaceptable que Javier Velásquez Quesquén se lave las manos y afirme que “el Premier no puede sentarse a resolver un conflicto regional”. El diálogo es su responsabilidad.

¹ El Comercio 12 de julio
http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/mayoria-conflictos-retorna/20090712/312928
² http://www.aidesep.org.pe/index.php?codnota=865
³ Víctor Caballero: “El rayo que no cesa. Conflicto y conflictividad social 2009”. Lima: Asociación Servicios Educativos Rurales – SER, 2009.

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